Es la segunda ocasión en que asisto a una cata de copas. Copas Riedel, por supuesto. Esta vez la presentación fue realizada por Roberto Campos, de Cavamanía. En la sala de catas de Bodegas Santander y Beal’s, en la calle Alzira número 15 de Valencia. Teléfono 963 855 249.
La primera idea que transmitió Roberto fue decir que estas copas son enológicas, están pensadas y fabricadas para el disfrute del vino y de cada vino en particular. No están hechas para catar, para eso hay otras específicas.
Estas copas están fabricadas de tal manera que permiten sacar de cada vino lo mejor de él. Pero también nos dijo que no hacen milagros, un mal vino seguirá siendo malo aunque se tome en estas copas. La copa es el instrumento fundamental para disfrutar del vino.
Al hilo de esto se estuvo hablando un buen rato sobre las situaciones que nos han pasado a todos alguna vez, como que te recomienden un vino y que al probarlo pienses que no vale nada, y peor aún, que pienses que quien te ha recomendado el vino tiene muy mal gusto. A partir de ahora deberemos pensar si no será que estamos bebiendo el vino en la copa equivocada. No es preciso que sea Riedel, aunque sería mejor, son unas copas magníficas, yo ya me he comprado algún par suelto.
Volviendo al vino y la copa. Se han hecho experiencias con grandes especialistas, consistentes en poner un mismo vino en diferentes copas y creerse que eran vinos diferentes. Hasta ese punto influye la copa en el disfrute del vino.
En una buena copa se tienen en cuenta muchos aspectos, desde la composición del cristal hasta su profundidad, anchura y diámetro de la boca.
El mejor cristal es aquel que lleva en su composición hasta un 24% de plomo. Esto permite que las paredes de la copa sean más delgadas y, además del peso, influye en que la entrada del vino en la boca no es tan escalonada, es más directa, y la copa no se percibe como un objeto extraño entre nuestros labios. Además este tipo de cristal tiene una pared con celdillas microscópicas que al agitar el vino retiene pequeñas cantidades de él en las paredes y permite una mejor percepción de los aromas, ya que al expandir el vino por la copa se consigue una mayor superficie de evaporación de las moléculas odoríferas.
La forma de la copa está determinada por el tipo de vino que vaya a contener. Cada vino tiene unas características en función de la variedad, su cultivo y elaboración. Evidentemente, como estas copas son para disfrutar, deben potenciar lo mejor de cada vino, en lugar de esconderlo y sacar sus defectos, si es que los tiene.
Como ya hemos dicho muchas veces los aromas se perciben a través de las moléculas del vino que se van desprendiendo de él por evaporación, primero las más ligeras y después las más pesadas. Esto hace que dentro de la copa se formen tres niveles de aromas. En la parte superior más externa los más ligeros, florales y frutales, en la intermedia se concentran los vegetales, minerales y terrosos y en la de abajo los de la madera y la crianza.
Por esa razón las copas para los vinos blancos ligeros y frutosos, son algo más pequeñas y cerradas de la boca para que predominen los aromas que están en la capa superior, no dejando salir a los otros que pudiera haber, que serán pocos. Además como tiene el diámetro superior estrecho, al beber nos obliga a levantar mucho la copa, dejando caer el vino directamente en la punta de la lengua, con lo que el vino va a parar a la zona que mejor puede percibir los sabores que más benefician a este tipo de vinos y además la entrada en boca será mediante un sorbo estrecho y concentrado en el centro de la lengua. Por las mismas razones estas copas también valdrían para los tintos jóvenes.
En los vinos blancos que han sido criados en madera interesa potenciar esos aromas de crianza, que como hemos dicho están en la parte baja, en contacto con el vino, por eso nos interesa una copa ancha y de boca también ancha para que los aromas primarios, que serán más escasos, salgan pronto de la copa y dejen llegar a nuestra nariz aquellos que se ha buscado obtener con la crianza de este tipo de vinos. Del mismo modo un diámetro ancho nos permite beber con la cabeza más recta, potenciando la llegada del líquido a la boca de un modo directo hasta el centro y en sorbo ancho extendido por toda la superficie de la lengua.
En los vinos tintos con crianza nos interesa percibir escalonadamente todos los aromas, primarios, secundarios y terciarios, para eso necesitaremos de una copa de mayores dimensiones que las anteriores, para que el contenido de capas en su interior sea generoso, que se cierre un poco en el diámetro exterior para que la salida sea lenta, ya que todos sabemos como evolucionan estos vinos si se les da tiempo, y es una buena forma de no perder sensaciones por una evaporación demasiado rápida. Estas copas siempre me recuerda a un tulipán gigante, son las conocidas copas Burdeos.
Esto es una generalización, dentro de cada modelo de copa habrá muchas adaptaciones para lograr un mejor aprovechamiento de la variedad de vino, pero básicamente éstas son las características elementales.
Estuvimos comprobando varios vinos en tres tipos de copas diferentes y os aseguro que no parecían el mismo al cambiarlos de continente.
En las fotos se puede apreciar una copa adecuada para blancos jóvenes, una para blancos con crianza y otra para tintos con crianza.
Además se nos presentó la copa Riedel para cata, es una copa fea como ella sola, pero muy práctica, se llena el pie con la cantidad justa para catar. Con esa medida se llenan 36 copas de una misma botella. Como es para catar, se tumba en la mesa, el vino servido no se sale pues ya está calculado así, y se hace girar para que impregne toda la pared de la copa sin miedo a derramarse, se incorpora y se huele. ¡Voila!
Una tarde muy provechosa, siempre se aprenden bastantes cosas, con las exposiciones de los ponentes y con los comentarios y aportaciones de los asistentes