Hay muchas formas de cenar, bueno algunas, no hay que ser tan exagerado, aunque la imaginación de algunos siempre te puede sorprender. Hay cenas frugales, cenas formales, algunas improvisadas (las más de las veces), las de que se apañe cada uno con lo que hay en la nevera (ésta mi madre nunca la consintió y a veces la hubiéramos deseado), cenas de esas que llenan las sepulturas pero que nadie se las quiere perder, cenas de ¿Ah, pero ya hemos cenado?, cenas de compromiso interminables, y cómo no, cenas de tapeo con los amigos, seguramente las que mejor se recuerdan.

Pues esta fue de esas, de las que más a gusto se recuerdan. Apetecía todo. En Ca Cecilia lo hacen muy bien. Empezamos suave con esta ensalada de tomate del terreno, aguacate y langostinos, para ir abriendo boca acompañada de una cerveza. Refrescante y apetitosa.

Tenéis que probar la ensaladilla rusa con encurtidos y langostinos al ajillo de Ca Cecilia, está muy rica. Ese punto de encurtidos que le añaden la hace un poco canalla, resulta estimulante y no empacha nada.

No hace falta explicar nada cuando tienes encima de un trozo de pan, una anchoa de Casa Santoña, con tartar de tomate y lascas de parmesano. ¿Qué puede fallar?

Patatas bravas picantes con alioli de ajo confitado. No era necesario enfatizar lo de picantes, ya que si no dejarían de ser "bravas", a veces se pierde el sentido de las palabras a fuerza de ignorar su significado. Pero sobre estas patatas hay que decir que hacían honor a su nombre, aunque podían picar algo más ya que el ajo "confitado" no tiene la bravura del ajo natural.

La croqueta ha pasado de ser un producto que surgió de la necesidad de aprovechar los restos de comidas anteriores (pollo asado, carnes de cocido, puntas de jamón, pescados cocidos, etc) a ser un plato deseado por la gran mayoría de los comensales, por eso es raro el restaurante que no tiene en su carta algunas modalidades de estas. En Ca Cecilia tienen en carta "Las croquetas del día" y hoy tocaban las de rabo de toro. Suelen estar todas buenas, sean del tipo que sean, por eso siempre resultan pequeñas.

Cuando yo era joven recuerdo que del cerdo comíamos el lomo, el solomillo, las chuletas, la panceta y el jamón tierno o curado, aparte de la careta, oreja y patas, el resto se convertía en embutido o fiambre. Ahora, afortunadamente, se han rescatado algunas otras piezas menos conocidas pero muy sabrosas como el secreto, la pluma, el lagarto o el abanico. Éste último es el que pedimos esa noche. Abanico ibérico a la brasa con macerado cordobés. Es la carne que envuelve las costillas por el exterior, tiene bastante grasa infiltrada, por lo que queda muy jugosa. El nombre le viene por la forma del corte. No pierdas la ocasión de probarla.

De postre elegimos esta tarta de queso cremosa que estaba rica.

De primer vino tomamos este Ribeiro 2022 de la Bodega Viña Costeira, elaborado con las variedades Godello, Torrontés, Loureiro, Treixadura y Albariño. Es un vino que refleja las características de la zona. Es fresco, elegante, equilibrado, frutal y placentero.

El segundo vino fue este archiconocido Les Alcuses 2018 de la Bodega Celler del Roure de Fontanars dels Alforins, acogido a la DO Valencia. Elaborado con las siguientes uvas y sus proporciones 66% Monastrell, 20% Tempranillo, 5% Merlot, 6% Syrah, 5% Cabernet Sauvignon. Tiene 91 puntos Parker y 90 puntos en la Guía Peñín. Se elabora con una corta crianza de 8 meses en barricas de roble francés, de 250 y 500 litros. Un vino tinto que combina la intensidad y madurez mediterráneas, con frescor y elegancia. A tener muy en cuenta.