Un restaurante vegano para todos los públicos
Anay Bueno, es un joven chef que lleva bastante recorrido en esta apuesta por la cocina vegana y vegetariana. Con formación en Madrid y Barcelona, ahora se emplaza en este local instalado frente al puerto de Benicarló, frente al cual dispone de una terraza para los periodos de buen tiempo. El local es pequeño, por lo que es muy aconsejable reservar.
Trabaja con producto ecológico y de proximidad. Una cuidada y esmerada elección de toda la materia prima que interviene en los procesos de elaboración y una presentación creativa, hacen de este establecimiento un punto de referencia para la cocina vegana del entorno. Incluso es recomendable para no veganos, como yo. La repostería es sin gluten, sin lactosa y sin azúcar.
La carta es original, ya que junto a los omnipresentes hummus, hay algunos platos de alcachofa, que no hay que perderse, otros en los que se utiliza proteína vegetal (Heura), las patatas bravas, las croquetas, de alcachofas, queso o algas, y los quesos. Hay para elegir.
La finalización de todos los platos es en el mismo momento de la comanda, por lo que algunos clientes han llegado a quejarse de los tiempos de espera. Yo no tuve esa sensación, el ritmo me pareció correcto. Supongo que en plena temporada estival, se puede resentir el servicio. Pero no fue mi caso, los cuatro platos que pedimos se nos sirvieron en un intervalo de menos de 40 minutos.
Hay un buen repertorio de cervezas, yo conté al menos dieciocho diferentes, lo cual ayuda bastante con el maridaje de los platos, ya que sobre todo los que son de alcachofa, difícilmente se pueden tomar con vino.
Yo probé esta Indian Pale Ale (IPA), que no conocía, y me estuvo exquisita. De color ámbar y una espuma ligera, aromas cítricos y al final un amargo suave, pero no astringente. Estupenda.
La carta de vinos no es muy extensa, pero suficiente para poder elegir. La mayoría de vinos son de cultivo ecológico y con unos precios muy ajustados. Nosotros elegimos este blanco Cuatro Rayas, monovarietal de verdejo, de la DO Rueda.
Es un vino de cultivo ecológico, de color amarillo pajizo con reflejos verdosos, brillante. Tiene aromas de fruta cítrica y balsámicos, muy característicos de la variedad. En boca es fresco, sabroso y persistente.
Como estábamos en temporada de alcachofas, nos centramos en esos platos, y fue un acierto. Corazones de alcachofa crujientes, en tempura de harina de maíz y cerveza sin gluten, fritos en aceite de oliva virgen extra (AOVE) a 160º, no a 180º como es habitual, para controlar y limitar la degradación del aceite. Impresionantes.
Flor melosa de alcachofa con queso de Cabra, cocida a baja temperatura en un dedo de agua con aceite de oliva y sal. Se tapa y se deja cocer durante 45 minutos. Después se abre, se rellena de queso de cabra al que se le aplica el soplete, se añade un caramelizado de cebolla y alcachofa y se termina con unos germinados, pétalos de caléndula de su propio jardín sostenible y filamentos de pimienta.
Patatitas bravas de autor, elaboradas con la variedad “patata agria”, formando pequeños cubos, con un hoyuelo en la parte alta, se fríen en AOVE a 160º, llevan un allioli de leche de soja, ajo y AOVE, salsa brava, cebollinos de cultivo propio y germinados de rábano.
Alcachofas rellenas de quinoa. Se golpean bocabajo contra la tabla de trinchar para que se abran, se cuecen al vapor con un poco de AOVE, agua y sal. La quinoa cocida y salteada con verduras, se mete en el interior de las alcachofas y se decoran con germinados.
Una propuesta diferente, que demuestra que se puede hacer cocina vegana bien elaborada, con buena presentación y toques de creatividad. Además la atención es exquisita. Vale la pena repetir.