En noviembre de 2009 tuve la oportunidad de que Pablo Calatayud me enseñara lo que en aquel momento era un proyecto muy emocionante. Poner en funcionamiento una vieja bodega (Siglo XVII) en al que se conservaban las viejas tinajas en las que se guardaba el vino.
Hoy esa bodega está en pleno funcionamiento, la Bodega Fonda, pues está excavada en la piedra y las tinajas de 2800 litros enterradas debajo, como se puede apreciar en la foto, en la que únicamente se ven sus bocas. El vino fermenta en depósitos de acero inoxidable y después se traslada a las tinajas que lo mantienen inalterable ya que éstas no le alteran el sabor como ocurre con las barricas de madera.
En esas tinajas que duermen en la penumbra se guarda un vino que no estaba previsto que naciera, ya que en un principio Celler del Roure no tenía pensado elaborar variedades blancas, pero la adquisición de esta bodega propicio que se decidiesen a buscar variedades autóctonas antiguas, como la verdil y la merseguera, de ahí nació Cullerot. Que gracias a las tinajas es un vino con mucha frescura.
Aunque no hay referencias para apreciar el tamaño de la tinaja, y aunque no lo parezca, ahí caben 2800 litros de vino.
El vino, que probé el pasado domingo 19 de febrero, me pareció muy bueno. Fresco, aromático, suave aunque con buen cuerpo y elegante. Bueno, si te interesa puedes ver la ficha que hay a continuación.
Si tienes ocasión ¡pruébalo! no te defraudará.