Soy consciente de que tú eres buen conocedor de los restaurantes, vinos y noticias que te voy compartiendo aquí, pero como sujeto astuto me sigues leyendo porque sabes que en cualquier momento se puede aprender algo nuevo. Agradezco tu atención y hoy quiero contarte cosas sobre este restaurante que, aunque es todo un veterano, ya que inició su andadura en la calle de Jesús allá por el año 2000, y desde hace mucho tiempo está en la de Mosén Fenollar número 2. Sobre este cambio de ubicación te he de contar una pequeña anécdota, ya que yo lo frecuenté al principio, en su primera dirección, y cuando hicieron el cambio al local actual me llevé un disgusto pues creía que lo habían cerrado, sin saber que se habían trasladado a la calle de la esquina, muy cerca.
Como te he comentado lo he visitado en varias ocasiones, también en esta nueva dirección, aunque llevaba algunos años sin ir. Mi nueva impresión ha sido muy buena ya que aunque el local no ha cambiado, lo cual es bueno, pues dispone de un gran comedor y un reservado con capacidad de hasta 18 personas, mantiene sus amplias mesas y una buena distancia entre ellas, ha renovado la vajilla y la cristalería es Schott Zwiesel. En la primera foto se puede apreciar el tamaño de las mesas, para que te sirva de referencia te diré que las sillas son muy anchas. La acústica es buena gracias a los paneles perforados que hay en las paredes y las placas del techo que son de material absorbente. Tal ha sido mi complacencia que en ocho días he ido dos veces, y para no mezclar dos menús diferentes hoy te cuento la primera parte y en la próxima entrega podrás ver la segunda.
En todas las mesa había un aperitivo de bienvenida, con unas patatas chips, muy buenas por cierto, parecen fritas por ellos mismos, y una loncha de jamón que estaba sabroso. Te he de decir que la calidad de la materia prima de toda la comida me pareció muy buena.
Además de la carta hay un menú con seis entradas de las que puedes elegir tres y de segundo un arroz a escoger de varias opciones, pan, café y postre. También sirven comida para llevar igual que la del restaurante. El día que fui yo tenían varios platos fuera de carta de los que elegí este pimiento relleno de Txangurro (centollo) con una salsa de bogavante. Muy buenas la textura y el sabor. Rico, rico.
Otra de las entradas que elegí fue este Crujiente Mudéjar. Está relleno con carne de vacuno mayor madurada, un toque de cerdo ibérico y diversas especias, entre ellas destacaba el comino, acompañado de unas salsa de tomate ligeramente picante, aunque poco. Sorprendente la cantidad de sabores y aromas que hay dentro de ese envoltorio de masa crepitante. Me gustó.
Atadito de ternasco de Aragón. Un guiso de ternasco de Aragón deshuesado se presenta dentro de un crujiente de pasta filo horneada y viene acompañado de salsa española. Me entusiasmó. Estaba muy sabroso, tierno y exquisito para mi gusto.
Tronco de bacalao desalado en su punto, confitado a baja temperatura en aceite de arbequina y emulsionado en un pil pil con huevas de trucha y arenque. Espectacular.
No me he podido resistir a ponerte la foto del bacalao empezado para que aprecies el tamaño de las lascas que se desprenden de su lomo. El pil pil, además de original, buenísimo.
Jarrete de ternasco de Aragón, es la parte baja de la pierna del cordero. Está cocinado al horno y acompañado de patatas, pimientos, pasas y una salsa a base de setas. Bien asado, se deshuesa fácilmente y está delicioso.
Isla de chocolate Valrhona. Sobre un mar de chocolate blanco una isla de chocolate negro coronada por una mezcla de frutos rojos y una filigrana también de chocolate.
Valrhona es una casa chocolatera de lujo francesa. Está considerada como una de las mejores marcas de bombones del mundo. Produce chocolate de temporada elaborado a partir de granos de la cosecha de un solo año de una plantación específica, principalmente el Grand Crus que se cultiva en Sudamérica, Oceanía y el Caribe.
El vino elegido para la comida fue este reserva Roda 2019. En Bodegas Roda nunca se utilizan vinos de otros años para uniformizar o refrescar una cosecha ni tampoco se compran vinificaciones de otras bodegas. Los vinos tintos de Roda, exclusivamente de añada, casi se pueden definir como vinos de autor. Son vinos con estilo propio, de una tremenda expresión aromática dominada por una siempre presente fruta roja y negra, con una tímida madera ya en segundo plano, fina y elegante, junto a todos los matices aportados por la crianza. En su coupage participa principalmente la variedad Tempranillo (93%) y unos pequeños porcentajes de Garnacha (3%) y Graciano (4%). Fermenta en tinas de roble francés y envejece en barricas nuevas de la misma madera. En nariz se aprecia fruta roja madura, cerezas y también notas de fruta negra. En boca es equilibrado, estructurado, de buen cuerpo, elegante y redondo. Un disfrute con los platos a los que acompañó. Para repetir enseguida.
Las copas son tipo Burdeos del fabricante alemán Schott Zwiesel, uno de los mejores fabricantes de cristalerías europeos. Permiten disfrutar mejor del vino, tiene un buen diseño para tintos con cuerpo y que dan aromas potentes. Por eso tienen el cuello largo, para concentrar esas partículas volátiles que forman el espectro aromático del vino y para que puedas agitar la copa y oxigenarlo sin el peligro de derramarlo.
Fue tal mi satisfacción al comer en El Cierzo que reservé otra mesa para la semana siguiente, para llevar a unos amigos y disfrutar de nuevo. Cualquier excusa es buena para una comida tan bien cocinada y servida.
El equipo de personas que atienden la sala es encantador, están pendientes de los clientes para hacerles la estancia más grata si cabe. El detalle de los pinganillos es de agradecer ya que les permite comunicarse con la cocina sin necesidad de dar gritos o levantar la voz. El ambiente es muy relajado.
Seguimos en la siguiente entrada del blog.