Los centros históricos de las ciudades, villas y pueblos con abundante presencia de turistas no suelen ser, en general, interesantes gastronómicamente hablando, ya que aprovechan la afluencia masiva de clientes que necesitan comer sin exigir grandes alardes culinarios, éstos suelen demandar satisfacer el apetito rápidamente para seguir viendo cuantos más palacios, iglesias, murallas y museos puedan en el escaso tiempo en el que van a estar en ese lugar, lo de comer no suele ser su prioridad, al contrario de lo que hacemos otros, que viajamos sin prisas para conocer restaurantes y platos típicos. Pues bien, Vilafamés, además de ser una población muy atractiva artística e históricamente, es interesante también por su gastronomía. No puedo decir que en todos los establecimientos en los que se sirve comida exista buen nivel, pero en los que visitamos nosotros cumplieron adecuadamente. ¿Suerte o intuición? Quién sabe.
Cuando además te encuentras con la circunstancia de que te ofrecen un menú del día compuesto, en su mayoría, por platos de la misma carta, hasta diecisiete entre primeros y segundos, con pan y postre, todo por solo doce euros, la curiosidad te obliga a probarlo. ¿Qué calidad se puede ofrecer por ese importe? Pues paradójicamente nos encontramos un muy buen nivel, platos tradicionales en general y bien elaborados.
Uno de los primeros platos fueron estos canelones fritos, de una longitud considerable, tendrían unos quince centímetros aproximadamente, e iban rellenos de una pasta de carne bien sabrosa. La masa frita era la característica especial que los distingue de los clásicos. Buen principio.
Si estás en un lugar y te encuentras un plato que se denomina como la ciudad ¿te vas a resistir? Imposible. Hay que probarlo y esta es la Olleta de Vilafamés, elaborada principalmente con jamón, oreja y pie de cerdo, patatas, garbanzos, zanahoria y cardo. Una exquisitez.
Para los que lo prefieran también existe la posibilidad de probar algunos pescados, el mar está muy cerca, como esta caballa a la plancha, bien guarnecida.
Pero sin duda está es tierra de platos contundentes, como estas manitas de cerdo en salsa. Deliciosas.
Seguimos con más especialidades para carnívoros, como este tombet de cordero. Una especialidad de las tierras castellonenses, cuya salsa está casi tan buena como la carne.
Imposible decidir cuál de todos los platos estaba mejor, pues estas costillas de cerdo ibérico al horno, sabrosas y tan tiernas que se despegaban de los huesos sin apenas tocarlas.
Pero además el capítulo de los postres no desmereció nada. sencillos pero gustosos, como este cremoso de queso con galleta Oreo.
O este Tiramisú
Igual que el flan
O la crema catalana
El vino elegido fue este La Fou El Sender, cosecha 2019 de la DO Terra Alta en Tarragona. A las uvas de garnacha, syrah y morenillo con las que se elaboró este excepcional vino tinto, los seis meses de crianza en barricas de roble centroeuropeo le terminaron de aportar los matices que hacen de él un gran representante de la bodega y el acompañante ideal de carnes rojas, setas o pescados azules, por su excelente equilibrio y perfil frutal. Perfecto para nuestros platos.
Esta comida realizada en el Hotel el Rullo de Vilafamés resultó de lo más placentera, buena calidad en los platos, tipismo gastronómico sin concesiones facilonas, y unos precios inmejorables. De hecho volvimos al día siguiente. A tener muy en cuenta.