En mi segunda visita a Zaragoza, con motivo de la entrega de los Premios PACO, no podía dejar pasar la oportunidad de volver a pisar El Tubo, la Capilla Sixtina del tapeo en la ciudad. Pero en esta ocasión con más profundidad y concreción, menos sitios pero más inmersión.
La variedad de tapas que hay al alcance de los clientes es impresionante, pero siempre hay alguna que te llama más la atención y en mi caso fue el caramelo de la Taberna Carmelo (Calle Cinegio 8). Se presenta con un trozo asado de la parte más jugosa de la pierna del ternasco sobre un pan de semillas de higo tostado y una patata a lo pobre.
Cuando el cliente pide la tapa se termina al horno en unos minutos y se salsea por encima. La combinación crujiente del pan, blanda de la patata y jugosa de la carne está muy conseguida.
Para acompañar al caramelo nos pedimos una copa de este vino del Somontano, elaborado con Cabernet Sauvignon y Merlot, con tres meses de crianza en madera.
La ocasión nos permitió conocer la nueva apertura del local donde antes estaba Malabares, en la calle Cinegio núm. 2, ahora te encuentras con "Mestiso", con una cocina fusión latina y mediterránea.
Resultado de esa fusión es la tapa que nos pedimos, la causa limeña pero en formato croqueta, con una salsa tártara por encima. Original y sabrosa. Nos pedimos un vino tinto pero no vale la pena reseñarlo, para olvidar.
Otra de las paradas la hicimos en un viejo conocido, Bodegas Almau (Calle Estébanes 10), sus vinos y sus famosas anchoas son razones más que suficientes.
Esta se llama "La Dulce", se prepara con queso crema, confitura de tomate y chocolate amargo. Sorprendente.
Esta otra lleva por nombre Explosión y va acompañada de crema de atún, boquerón y oliva negra, tomate deshidratado y sirope de vinagre de Módena. Casi nada.
Nos habían hablado de esta otra tapa en Almau, no todo iban a ser anchoas, y la quisimos probar, lleva por nombre "montadito de jamón batido". ¿Qué es? Pues trocitos de jamón acompañados de una salsa a base de queso crema y mayonesa, sobre una rebanada de pan. Simple pero resultón.
A dos pasos del anterior nos encontramos con el siguiente destino, el paraíso de las croquetas, las hay de casi todo.
Las tienen preparadas en crudo en el expositor y cuando las pides las fríen en el momento.
Elegimos una de cabrales con manzana, otra de Boletus con foie y la tercera de longaniza de Graus con trompeta negra (Craterrellus cornucopioides). Exquisitas.
En esta ocasión el vino sí se merece una mención especial, ya que es de las Bodegas Care de Cariñena, elaborado con un 75% de Garnacha y un 25% de Syrah, con dos meses en barrica de roble francés. Una delicia.
El final del primer día fue en este museo que tiene las paredes recubiertas de objetos cotidianos. Es un local extravagante que llama la atención por su decoración. Está en la calle Méndez Núñez, 38.
Tiene una carta variada y con formatos de diferentes tamaños, tapas y raciones. Su plato estrella es el "Republicano", unos huevos rotos con tomate, jamón y patatas.
Una de las tapas que probamos aquí fue este "Mudejar", arroz con setas, jamón y queso gratinado. No cubrió nuestras expectativas.
La otra opción que elegimos fueron estas migas con chorizo, longaniza y huevo de codorniz. Para rematar la noche.
El comedor es todo un espectáculo, pero me pregunto como harán para quitar el polvo del local.
Para rematar la noche es ideal un cóctel en la terraza Libertad.
A la mañana siguiente era una buena idea empezar con un almuerzo para que el cuerpo estuviera preparado para lo que iba a suceder a lo largo del día. Este bocadillo llevaba bonito en escabeche, anchoas, pimiento del piquillo y pan con tomate. Exquisito. Acompañado con una cerveza Pale Ale de la marca Ambar.
La otra opción elegida fue este pepito de ternera con salsa al curry. No tan bueno como el anterior, pero muy digno.
La siguiente etapa de la mañana fue en Vinos Nicolás. Local que hace honor a su nombre, aquí probé el vino por copas que más me gustó. Luego lo cuento.
Hay una buena exposición de vinos de añadas antiguas. Prueba de la trayectoria enófila del local.
Unas banderillas siempre son apetecibles.
También unos langostinos en vinagreta pueden ser una buena opción para ir preparando la comida.
Este es el vino que os comentaba que me gustó bastante, para ser un vino de los que se ofrecen por copas, encontré que tiene una calidad notable. Un Garnacha del año 2022, elaborado por Bodegas San Valero en Cariñena. Buena fruta y sabor fresco y vivo. Una sorpresa.
En este punto hubo que dejar de visitar bares y bodegas ya que nos esperaba Casa Lac para comer. Esa parte la contamos en unos días.