En la misma Avenida de Aragón se emplaza este restaurante que tiene por señas de identidad tres puntales gastronómicos incuestionables: producto, arroces y brasas. Además un chef de reconocido prestigio como es Abraham Brández. Con esos principios el resultado es un establecimiento en el que vas a disfrutar sí o sí. Arroces muy especiales y originales, como el de carabineros y pichón de Bresse, mariscos gallegos y gamba roja, pescados del Atlántico y del Mediterráneo, además de carnes de rubia gallega. Una oferta que se exhibe en un espectacular mostrador en el que se han hecho casi más selfies que en cualquier otro monumento de Valencia. Con el mejor producto y un buen equipo en cocina y en sala ¿qué puede salir mal?
De entre las entradas elegimos en primer lugar esta sepia cocida aderezada con mayonesa de piparras. Muy tierna.
En la segunda entrada nos llegó la reina del mar, la gamba roja cocida. Calibre generoso y sabor espectacular.
Continuamos con un revuelto de setas de temporada con yemas de erizos. Muy ricas y todo un lujo.
De plato principal compartimos una ración de Cherna del Atlántico (Polyprion americanus). Es un pescado blanco de agua salada. Normalmente habita sobre bloques rocosos, cuevas o grietas de rocas. Es muy parecida al mero. Estaba muy rica.
De postre tomamos una Tarta fina hojaldrada de manzana con helado de vainilla. Muy bueno el hojaldre, una de las mejores tartas de manzana que he probado.
Por sugerencia del sumiller tomamos este blanco de Ribeiro, elaborado exclusivamente con Treixadura en la Bodega Tiro al Blanco, por Matías Michelini un viticultor y enólogo, nacido en Mendoza, con más de veinte años de trayectoria en el mundo del vino. Es un vino blanco con aromas de fruta blanca, cítricos y notas florales, que al principio se hacen de rogar pero con la permanencia en la copa despliega toda su potencia aromática. En boca es profundo, intenso y fresco. Se trata de un vino de acidez alta, voluminoso y complejo. Una maravilla. Ya he probado algún vino más de esta bodega y me encantan.
En conclusión, una grata experiencia la vivida en Gran Azul, por su producto, sus instalaciones y su preparadísimo personal.