En los bajos de la Gran Estación Central (Grand Central Terminal) situada en el número 89 East de la calle 42 esquina con Park Avenue, se encuentra este restaurante al que llaman Bar de Ostras (Oyster Bar) en un espacio abovedado construido por el valenciano Rafael Guastavino Moreno, cuyo sistema de arco de baldosas que utilizó en muchas de sus obras lo patentó en Estados Unidos en 1885. Actualmente se sirve todo tipo de comida, es un restaurante al uso, pero con una amplia carta de ostras.
Todas ellas proceden de Estados Unidos y Canadá, sobre todo de la costa este de ambos países, la única excepción es la Kumamoto que procede de California, aunque es una ostra de origen japonés, como así lo manifiesta su nombre, de la que se ha extendido su cultivo por todo el mundo.
A modo de aperitivo pedimos un par de ostras para cada uno, ambas canadienses, de la firma Sweet Oyster Cº. La estrella de la casa, la más grande de las que producen, la Ostra Blue Label (Prince Edward Island. Canadá) Etiqueta Azul (Crassostrea virginica).
Y la otra fue la Ostra Gold Label (Prince Edward Island. Canadá) Etiqueta Oro (Crassostrea virginica), la segunda en calibre de las que comercializan.
Igual podíamos haber hecho otra elección, pero ante tanta variedad siempre se te queda algo por probar, así que nos ceñimos a degustar las dos opciones de esta compañía productora y no estuvo mal, aunque creo que me gustan más las de las zonas de crianza de Europa, como las Gillardeau, las gallegas, incluso las que se producen en el puerto de Valencia bajo la firma de "Les Perles de València".
La curiosidad hizo que uno de los comensales pidiese un Gazpacho con carne de langosta de Maine. Estaba extraño, no por el marisco si no por las proporciones de los ingredientes, además alguno faltaba, y el maíz añadido. ¿A vosotros no os sale menos rojo?
Huevos Benedictine sobre un mollete tostado con salmón ahumado del Atlántico Norte y salsa Holandesa. Una concesión a la cocina internacional, era un plato combinado en toda regla. Correcto.
Fish-and-Chips a la antigua con salsa Tártara. Poco puedo contar de este plato, salvo que no pudimos averiguar que pescado era, se trataba de uno blanco, eso sí, pero no nos pusimos de acuerdo en cuál de todos. Podía ser merluza o corvina, bacalao no desde luego. Correcto.
Íbamos con niños y se pidieron Fingers de Pollo con patatas fritas. Correcto.
Un lugar que vale la pena visitar por su arquitectura y ubicación, además de por su extensa carta de ostras.