El tapeo es una sana costumbre que cautiva a nativos y turistas
Hay dos formas de tapear en España, corrígeme si son más, la más extendida es aquella en la que vas haciendo una ruta por distintos establecimientos, buscando la tapa más icónica de cada local, tomando su pincho, montadito, pulguita, cazuelita, brocheta, croqueta, tosta o lo que la imaginación y creatividad del autor haya convertido en éste arte efímero, con su correspondiente vaso de cerveza, vermut o copa de vino, y la otra, menos extendida pero muy habitual en la ciudad de Valencia, que es la de sentarse en un sitio fijo y allí pedir varias tapas en distintas rondas. No hay duda de que ambas modalidades se pueden combinar en una tercera mixta, empiezas visitando dos o tres sitios y al final te acomodas en el último y de ahí ya no te mueve nadie mientras el cuerpo aguante.
La segunda opción, siguiendo la tradición más extendida en esta ciudad, es la que utilizamos nosotros ese día, y para ello elegimos La Bodeguita de Juan Llorens, empezando con unas magníficas anchoas (arriba) y continuando con este guiso casero de haba seca picantona. Me chiflan. Las he comido muchas veces de niño y me siguen apeteciendo siempre.
Que tapa más rica es la de sepia cocida embadurnada generosamente de una buena mayonesa. Tierna pero firme, como debe ser. Pocas cosas tan exquisitas son tan sencillas de hacer, cuando se sabe cómo tratarla.
Al montadito de sardina ahumada con cebolla y mantequilla estoy abonado, no hace falta que te diga más.
Es bien sabido que en España del cerdo gustan hasta los andares. Tradición abundantemente fomentada después de la Reconquista para demostrar que no eras ni musulmán, ni judío. Y si eras converso con mayor motivo. Bueno a lo que vamos, la oreja, esa parte tan poco atractiva del animal se convierte en un manjar en manos de un buen planchista. ¿A quién no le apetece siempre?
Y después ¿por qué no un poco más de cerdo? En esta ocasión secreto a la plancha trinchado, con unas ricas y hermosas patatas fritas. Perfecto de tostado y nada seco. Maravillas del gorrino.
¿Una tapa dulce? ¿Por qué no? Esto es lo que tiene estar sentado en un sitio fijo, que al final lo que haces se parece más a una comida y para acabar pues pides un postre. Como esta tarta casera de almendra con cobertura de naranja. Exquisita.
Pues un postre no, cayeron dos. El otro esta torrija de brioche con helado. De pecado.
Para ayudar a pasar todos estos bocados elegimos este Cuatro Rayas Verdejo 1935, es un vino blanco monovarietal de verdejo elaborado por la bodega Cuatro Rayas, bajo la DO. Rueda, en Valladolid. El de la añada 2021 es un blanco aromático, de color amarillo pálido, con tonos verdosos. En nariz es intenso y limpio, con toques de fruta blanca. En boca es meloso. Muy sabroso y bien acabado. Final largo y persistente. Buena elección. Punto para nosotros.
Solo puedo decir una cosa ¡Me encanta tapear! Aunque si lo piensas bien, los menús degustación largos no son otra cosa que una sucesión de tapas de extraordinario nivel.