Cuando se pone pasión en lo que se hace esta queda reflejada en el resultado final. Si es en la cocina, creo que aún se percibe más todavía. Esta entusiasta pareja, que lo es todo en La Cepa Vieja, aprovechan sus días libres, (cierran domingo, lunes y martes), para recorrer restaurantes y bodegas buscando inspiración y buenos productos para llevar a su local. Tienen una surtida carta de vinos, en su mayoría de pequeños elaboradores, que han ido consiguiendo a base de reiteradas visitas a las zonas productoras. También te pueden ofrecer, en todo momento, una tabla de quesos de elaboración artesanal, si quieres alargar la comida o la cena. Trabajan con tres menús, de dos, tres o cuatro platos, más el postre. No hay carta.
Una cosa que me llamó la atención es que estando solos en el restaurante, Cecilia atendiendo el comedor y Raúl en la cocina, siendo sábado y con el restaurante lleno (unas 25 personas), todo fluía con relativa normalidad. No había retrasos ni largas esperas en la salida de los platos. Cierto que la llegada de los clientes fue bastante escalonada, pero a partir de un determinado momento estaban todas las mesas ocupadas, en otros sitios enseguida se agobian y todo empieza a funcionar mal, aquí todo iba con un ritmo calmo y tranquilo, pero sin largas pausas. Creo que a eso se le llama profesionalidad y buena organización.
Elegí el menú de cuatro platos y media tabla de quesos para el final. Empezamos con una entrada de alcachofas confitadas en aceite y acabadas a la brasa acompañadas de níscalos de Mosqueruela (Teruel). Productos de temporada sin duda, frescos y en su mejor momento. Con buen punto de cocción y adecuadamente presentados.
Hamburguesa vegetal con mayonesa de kimchi, encurtidos y mostaza. El ingrediente principal de la hamburguesa es la coliflor, con remolacha para darle color, algo de rábanos, zanahoria y calabacín. Copos de avena, harina y huevo, para darle consistencia. No soy muy dado a las elaboraciones veganas o vegetarianas y similares, pero me quedé sorprendido de lo sabrosa que me resultó.
El tercer plato consistía en un lomo de bacalao a la gallega. Pero en lugar de llevar la patata cocida, Raúl lo colocó sobre media patata asada, lo que le daba un plus de sabor al conjunto. La calidad del pescado impecable.
Acaba la parte del menú con una pluma de cerdo a la brasa sobre una torta de patata, ajo y pimentón. Una carne muy tierna, en un punto exactamente como lo había pedido y el apoyo de la preparación de debajo que casaba muy bien. Un plato sencillo pero al que se le ha sacado mucho partido.
Llegó el turno de los quesos, media tabla con cuatro quesos, el primero de arriba a la izquierda era elaborado en Cuenca con leche de cabra, después un pata mulo de leche de oveja de la zona de León, el tercero, arriba a la derecha, un Comté de leche cruda de vaca, sobradamente conocido, estaba espectacular, el mejor de los cuatro, y el cuarto es un queso de oveja de Cerrón (Jumilla), muy curado, como se puede apreciar. Un disfrute para los sentidos.
De postre me ofrecieron un pastel de calabaza, había más opciones, pero la sugerencia iba por aquí. La calabaza está asada a la brasa y después de su carne se elabora el pastel con nata y otros ingredientes, se acaba con una cobertura de chocolate. Exquisita.
Al saber que el primer plato iba a ser de alcachofas y éstas no se llevan nada bien con el vino, le pedí a Raúl asesoramiento para acompañarlas, con buen criterio me recomendó un vino del Marco de Jerez, concretamente el Palo Cortado, que va bien con ellas. Urium Palo Cortado Clásico es potente en boca, con cuerpo y elegante a la vez. Un vino para disfrutar despacio.
Para el resto de platos nos acompañó este vino de nombre L'Ame (Alma), elaborado por la Bodega Altolandon de Landete (Cuenca), con la variedad Malbec, de origen francés, pero con gran implantación en Argentina, es un vino cultivado a 1100 metros de altitud, con una crianza de 12 meses en barricas de roble francés. Potente, elegante y sabroso, yo le encontré un poco de sabor herbáceo, que según Raúl puede deberse a una característica de la variedad. Un vino espectacular al que le queda tiempo de vida, pero no a esta botella.
¿Qué vale la pena en este restaurante?
Pues el cuidado en la elaboración de los menús, la buena selección de los ingredientes, la seguridad de que vas a beber buenos vinos, la exquisitez con que Cecilia trata a los clientes y el buen ambiente que se respira. Es decir, todo vale la pena en La Cepa Vieja