De esta visita a La Chipirona tengo algunos sentimientos contradictorios, no voy a cuestionar ni poner en duda el estupendo nivel de la cocina y la sala, eso que quede claro desde el principio, pero su carta ha sufrido unas modificaciones que no me convencen, es una cuestión de gustos personales, con frecuencia veo que se están estandarizando mucho en una dirección las propuestas de los restaurantes, muchas parecen inspiradas o elaboradas por la misma persona (tatakis, ceviches, bao, yakitori, croquetas de boletus o de rabo de toro, gyozas, tartar de atún, entre otros), o como ahora se dice hay una gentrificación de la gastronomía. Algunos alegarán que es una moda, que la gente pide eso, pero creo que es una proceso que se retroalimenta, los restaurantes se adaptan a la gente y a la vez la gente se adapta a los restaurantes. Mucho personaje "moderno" busca esas "novedades" para estar a la última, para que se sepa que conoce todas esas primicias y que lo vean en los locales de moda. Y acaban comiendo siempre lo mismo.
Quiero recordar lo que dije sobre La Chipirona al poco tiempo de abrir el local. "La carta ha sido creada por Vincenzo Cancilleri, con Julio Rodriguez, en cuanto a su concepción, recetas y presentación. Es muy atractiva, tanto por su contenido, con platos muy ingeniosos y apetecibles, como por su variedad de propuestas, donde sobre un predominio de la cocina mediterránea, también tienen cabida platos de la cocina internacional." (Ojoalplato, febrero 2018).
Entiendo que un local que tiene abiertas sus puertas para dar de comer debe ofrecer novedades con cierta regularidad a sus clientes y esa es una tarea que requiere de mucha imaginación, y aquí me consta que la hay.
Toda esta matraca viene a colación por la sensación que tuve para elegir lo que quería comer. Ya que si descartas todos esos platos repetidos en tantos sitios las opciones se reducen bastante. Aún así acabamos comiendo bien, como es habitual aquí, pero había que dejar constancia de lo acontecido.
Empezamos con este entrante como aperitivo, que resulta original y atractivo. Un buñuelo de pulpo con mayonesa de wasabi.
Completamos con una croqueta casera de frutos del mar con un toque picante. Muy interesante y sorprendente ese puntito ardiente.
Después una ensalada de brotes verdes, tomates semi secos, tirabeques, aguacate, vinagreta de remolacha y frutos secos. El aderezo le da su gracia.
Tomates valencianos, tomate cherry soasado, tirabeques, salmorejo, sardina ahumada y burrata. Buen resultado.
Fritura de chipirones, servida con migas de queso feta y una suave mayonesa de lima y kimchee. Fritura estilo andaluz, muy bien hecha. Plato solidario, por su consumo se hace una aportación entre el cliente y el restaurante a una campaña contra el hambre.
Arroz negro seco en "llanda" con puntilla y alcachofa. Tres raciones de las que hubieran comido cuatro personas. El grano bien cocido y con sabor.
De postre tomamos un tiramisú al estilo de La Chipirona, compuesto de un cremoso de mascarpone con crumble de almendra, crumble de cacao y helado de café. Exquisito e innovador.
Legaris Verdejo es un vino blanco de la D.O. Rueda elaborado por la bodega Legaris. En su composición lleva mayoritariamente uvas de la variedad Verdejo (93%), a las que se les añade un pequeño porcentaje de Sauvignon Blanc (7%). En nariz ofrece una concentración de aromas que recuerdan a las frutas blancas acompañadas por notas cítricas. En boca se presenta con amplitud y sedosidad. Un vino blanco de elegante expresión floral y frutal, muy varietal. Rico, rico.
Con ganas de volver en un tiempo para ver las novedades.