Un buen planteamiento y rigurosidad en su desarrollo igual a éxito
Hace unos tres meses, poco antes de la navidad del 2017, se abrió este restaurante, de la mano del Grupo Vicios (La Papardella, Al pomodoro, Sorsi e Morsi), pero con un enfoque diferente a sus anteriores propuestas. El proyecto tiene todos los ingredientes necesarios para funcionar muy bien. Su ubicación es excelente, en la confluencia de la avenida del Reino de Valencia y la calle del Maestro Gozalbo, con una fantástica terraza.
El local resulta agradable, tiene un diseño bastante informal y moderno, pero respetando todos los parámetros de confort para el cliente. Las mesas son de tacto agradable y las sillas muy cómodas. El pero se lo pongo a los manteles de papel kraft, ese de embalar, no lo entiendo. Igual que tampoco me gustan los platos de duralex de color naranja o ámbar. Prefiero platos blancos, siempre. Es una cuestión de gusto personal.
Hay un comedor semiprivado al fondo del local en el que se ha resuelto de forma muy simpática el espacio exterior. Como se puede apreciar las dimensiones de las mesas son excelentes. Hay música ambiente bastante bien escogida, aunque la acústica del local no es muy buena, se oyen mucho todas las conversaciones. La temperatura es confortable y la atención del personal impecable, desde la recepción hasta la despedida y durante todo el servicio.
La carta ha sido creada por Vincenzo Cancilleri, con Julio Rodriguez, en cuanto a su concepción, recetas y presentación. Es muy atractiva, tanto por su contenido, con platos muy ingeniosos y apetecibles, como por su variedad de propuestas, donde sobre un predominio de la cocina mediterránea, también tienen cabida platos de la cocina internacional.
La carta de vinos es interesante, variada y con suficientes referencias. Incluyendo vinos internacionales. En la misma hay también un buen surtido de cervezas y cócteles. Una prueba de que esta carta está elaborada con interés, por ofrecer vinos poco habituales y de calidad, es este godello joven de la Bodega O Luar do Sil propiedad de Pago de los Capellanes, no muy visto hasta ahora.
Me ha parecido interesante mostrar el tapón de este vino, ¡de cristal! Sí, un tapón que nunca va a aportar al vino desagradables olores o TCA (aroma a corcho). Además es muy atractivo.
Me encanta encontrarme con personal que sabe como se debe tratar el vino, eso se aprecia en los pequeños detalles, como el de saber preparar una cubitera para el vino, con una buena capa de hielo, pero no excesiva y bastante agua, que es la que al enfriarse en contacto con la botella le reduce la temperatura rápidamente.
Importante, sin duda, para disfrutar del vino es una buena copa, en La Chipirona disponen de las de la marca Schott Zwiesel. Buen cristal y elegancia.
Cualquier detalle es importante en una mesa y la calidad del pan es fundamental. En este caso un producto elaborado en pieza grande, con la corteza crujiente, miga consistente y sabrosa, estuvo a la altura de lo que vino después.
Un buen entrante para empezar. Alcachofas a baja temperatura con nube de queso pecorino, emulsión de soja y ralladuras de lima. Sabrosas y muy interesante el aporte del queso y la lima.
Tomates en diferentes texturas y cocciones, acompañados de sardina ahumada, una crema de búfala, tirabeques, aceitunas kalamata picadas y un pan crujiente de Carasau, típico de Cerdeña. Un plato exquisito, sobre todo por las distintas presentaciones de los tomates.
Torta casera con gambón, queso de cabra, ajos tiernos, brotes de bimi (un híbrido entre el brócoli y un tipo de col oriental llamada Kai-lan), lechuga de mar crujiente y aceite de boletus. Muy buena esta tortita.
Brocheta de atún con un crujiente de especias sobre un mojo de tomate semiseco y brocheta de pollo de corral, muslo y pechuga, marinado con mirin, soja y sake. La rúcula llevaba un aderezo de aceite de boletus que la hacía exquisita. Escoger cualquiera de las distintas brochetas de la carta es un buen acierto.
Bao casero, con picada de ternera especiada con jengibre, ají y lima, acompañada de queso feta, rúcula y salteado de setas y miso. La carne estaba muy sabrosa.
Curry rojo con albóndigas de cerdo agripicante con patata, espárragos, puré de boniato, naranja, arroz y caldo de curry rojo. Interesante y por fin encuentro un curry algo picante.
Esfera de chocolate blanco rellena de mousse de piña colada y coco.
Como se puede apreciar al abrir la esfera se obtiene un efecto estético muy bonito. El apartado de los postres es tentador, tanto su tiramisú como su cachondeo de chocolate.
Sin duda un lugar que hay que visitar con cierta regularidad, para poder disfrutar de las propuestas tan interesantes que hay en su carta. Muy recomendable