En plena Plaza Mayor de Gijón se encuentra este restaurante, en un local con techos de madera y vigas enmarcando pinturas, un torno de lagar en el centro del comedor, un enorme llar de chimenea y, resumiendo, un ambiente a la vez vetusto y actual de sidrería tradicional. Un local con tres ambientes, con una entrada amplia donde se instala una barra que a veces no da a basto, al fondo un comedor interior y en la calle una terraza a lo largo de la fachada lateral (Calle Acacia). La cocina es de fundamentos tradicionales pero con apuntes muy actuales, respetando las recetas de siempre pero atreviéndose con incursiones en la vanguardia. Abre todos los días de la semana.

La sidra y los elementos que intervienen en su elaboración enmarcan toda la decoración del local. Como la tradicional pipa de madera de castaño de 450 litros de capacidad y las cajas de botellas formando parte de la escenografía.

La carta es bastante amplia, gira en torno a la cocina tradicional local pero se permite ofrecer platos muy innovadores, en el mismo apartado de los platos de cuchara tienes la clásica fabada asturiana y un "Wok vegano de spaghetti khorasan con verduras, soja y sésamo". Nosotros elegimos algo menos sofisticado y bastante más cercano, aunque con su toque creativo, fueron estos "Frutos de coliflor con langostinos y su velouté de azafrán", que estaban realmente exquisitos, de lo mejor de la comida.

El siguiente plato elegido fue algo muy exclusivo de esta tierra, un embutido tradicional que llaman Chosco, con IGP Chosco de Tineo, se elabora con  la cabecera de lomo de cerdo y la lengua y se mezclan de forma manual con el resto de ingredientes: pimentón, sal y ajo. Se ahuma durante ocho días y después se deja secar otros ocho, tras lo cual está listo para consumir en crudo o se puede cocer entre 80 y 100 grados. Hay infinidad de formas de consumirlo. Está muy rico.

Continuamos con otro plato muy típico de la culinaria del país. El rollo de bonito del norte es un plato típico de Asturias, que se elabora solamente en verano, cuando es la temporada de este rico túnido, es una especie de pastel de pescado en salsa en el que el bonito se pica a cuchillo, si se hace como un tartar sale menos seco, se mezcla con verduras pochadas, se compacta con huevo y pan rallado, y se guisa en una salsa de tomate. Parece sencillo de hacer pero es fácil que salga algo seco, como nos pasó a nosotros, aunque el sabor era fantástico.

El bonito es un pescado espectacular y muy versátil, por eso dan tan buenos resultados en muchas formas de presentación como en el marmitako. Riquísimo. Fijate eran más grandes los trozos de bonito que los de patata. Lo disfrutamos mucho.

Por fin pude probar el famoso arroz con leche y me lo esperaba mejor, tengo en la memoria el que me hacía mi abuela, tuve una reminiscencia pero salió ganando la memoria, ya se sabe que los recuerdos de la infancia a veces están muy idealizados, si no que se lo pregunten a Proust y su magdalena.

Lo que era de obligado cumplimiento era beber la sidra. Ésta es de las mejores que he probado, a pesar de que yo no la podía escanciar y solo me auxiliaron en un par de ocasiones, el personal no daba para más, estaban realmente ocupados. Ésta Val de Boides, con DOP, fue premiada como mejor sidra asturiana en 2024.

El vino que nos acompañó después de la sidra fue este Neno de Viña Somoza 2023, es un vino blanco que en nariz, además de sus notas frutales, presenta un característico aroma balsámico que le aporta frescura. En boca pasa seco y afilado. Un vino blanco vibrante y redondo con un delicado toque salino, sabroso y refrescante. Es ya un viejo conocido, del que puedes  consultar la ficha de la añada 2020 más abajo.

Es un lugar muy recomendable para explorar buena parte de la gastronomía asturiana, y apreciar como se puede disfrutar también con algunas pinceladas evolucionadas en platos tradicionales.