¡Y tú te creías que la cocina italiana eran sólo pizza y espagueti!
A veces la fortuna nos trae regalos, como cuando hace unos días nos sentamos a tomar una copa en un bar de El Cabanyal y descubrimos un local con encanto. Con la ilusión de la gente que disfruta con lo que hace, que se entusiasma, y sabe hacer las cosas sencillas y buenas. Lógicamente volvimos en otro momento a comer.
Paco y su provolone recién traído de Italia
Es una gozada encontrar personas que son fieles a sus orígenes, que han venido a Valencia con un bagaje gastronómico importante y que saben cómo hacer que lo disfrutes. Es cocina actual basada en la autenticidad de los productos, sin concesiones a los tópicos que encandilan a los turistas. Son profesionales que aman su trabajo y que con honestidad elaboran los mejores platos de su tierra para deleite de sus clientes ¡Cocina italiana de la de verdad!
Materia prima fresca del mercado de El Cabanyal, pescado y verdura fundamentalmente, y productos autóctonos importados directamente de Italia, como la mozzarella, burrata, bresaola, quesos provolone o parmesano, etc.
La carta, escueta pero grandiosa, te muestra una contundente declaración de intenciones. Te dice, éstas son nuestras propuestas, con lo que nos gusta comer, y además, tenemos el producto fresco de proximidad, del mar y de la tierra.
En cuanto a los vinos, hay referencias locales y también italianas. Mi decisión fue dejarme aconsejar y aprovechar para conocer vinos nuevos, que tan raro es encontrar por aquí. Un acierto, ellos saben bien lo que tienen en la bodega. Este varietal de Ribolla Gialla, tiene aromas florales y sensaciones afrutadas, entre las que destaca la manzana. Agradable acidez y frescor. Ribolla Gialla es una variedad de uva blanca italiana, que se cultiva principalmente en la región de Friuli-Venezia Giulia del noreste de Italia. Un acierto que nos ofrecieran este vino. No obstante, una cristalería más adecuada mejoraría la percepción de las cualidades del vino. Las copas han sido sustituidas por unas perfectamente adecuadas a los tipos de vino que sirven. Ligeras, de cristal fino y el cáliz con forma de tulipán, que concentran en la salida adecuadamente los aromas. Muchas gracias en nombre de los amantes del vino.
Como era una primera toma de contacto pretendíamos probar varias cosas y, gracias al inestimable y certero asesoramiento de la simpática Sara, esto es lo que comimos:
Burrata con carpaccio de bresaola y rúcula. Impresionante el queso fresco de leche de vaca, no confundir con la mozzarella, no tiene nada que ver. La mejor que he probado nunca, y ya he probado algunas. La carne de ternera curada durante dos o tres meses tiene un sabor muy delicado, no es cecina, el tiempo de secado es más corto y por tanto el resultado es diferente. Un plato de diez.
Tortellini rellenos de bacalao y patata, acompañado de una salsa de mantequilla, salvia, nueces y aceitunas negras. Sutileza es lo que mejor se me ocurre decir de esta pasta rellena, sin perder su identidad, ya que el bacalao y la patata están presentes, es un bocado para paladares sensibles. La salsa que le acompaña es el complemento preciso que le aporta potencia al bocado.
Agnolotti rellenos de setas y trufa, con salsa de mantequilla y albahaca ¡Aquí tocamos el cielo! La complejidad de este relleno era impresionante, una explosión de sabor. Para mí fue de lo mejor de la comida !Espectacular!
Dentón, patata al contadino, salsa de hinojo y verduras plancha. Un buen producto en unas buenas manos se puede convertir en algo sublime. Cuando alguien es capaz de hacer que unas simples verduras a la plancha sean algo extraordinario, es que tiene ángel. Si además sabe preparar unas patatas, primero asadas, luego salteadas y aderezadas con gracia, y si encima se añade un pescado fantástico, todo ello acompañado de una suave salsa de hinojo, se merece una reverencia y algo más.
La fritura de La Mona es especial, ya que junto al pescado se fríen verduras que le aportan un sabor complementario y queda más sabrosa.
Tarta de chocolate y pistachos. Postres caseros, a cual más tentador, tartas y tiramisú. Había que probar algo nuevo ¡Buenísima!
Encontrar en un antiguo bar de El Cabanyal este nivel de calidad es un gran regalo para los que nos gusta comer. Esta visita no será la última, ni tampoco la penúltima. Hasta pronto.