La Perla de Jávea es un reconocido y tradicional restaurante de esta localidad. Gracias a que las paredes del comedor están completamente acristaladas, ofrece unas vistas inigualables de su Bahía, del Montgó y del cabo de San Antonio. Este negocio familiar, dirigido por los cuatro hermanos Box, Vicky y Alejandro en la sala, Sergio y Sonia en la cocina, se ha ganado una recomendación de la Guía Michelin y un sol de la Guía Repsol, por ofrecer una excelente cocina local.
La carta expone una buena presentación de platos de origen marinero, tanto en el apartado de los entrantes, como en la sección de arroces, pueden ser secos o melosos, y fideuás. Además de los clásicos pescados y carnes. En la parte trasera del restaurante hay una buena parrilla por lo que es muy probable que tanto pescados como carnes se preparen a la brasa
Las mesas están montadas como a mí me gusta, con mantel blanco y servilletas a juego. Las copas salen a la mesa cuando se pide el vino y según el tipo elegido se sacan unas u otras, o eso espero.
Empezamos la comida con esta fresca y colorida ensalada de tomate Raf, capellanes y encurtidos. Muy completa y apetitosa. Era un día de calor.
Continuamos con un plato que a priori se asemeja al anterior pero hay notables diferencias entre ellos, ya que el primero va todo en crudo y en este hay tres elaboraciones distintas, los tomates semiasados, el ajoblanco y la sardina ahumada. En realidad la única repetición son los encurtidos que le aportan un contraste estupendo tanto en textura como en sabor. Resultó ser un plato delicioso.
Es asombrosa la cantidad de formas que hay para presentar un tartar de atún rojo, la más repetida es la que viene acompañado con aguacate, pero en general los aderezos y complementos suelen ser muy variados y hasta sorprendentes, a veces. Éste venia muy bien condimentado y gustoso.
Había que probar las brasas y elegimos estos boquerones a la parrilla que estaban ricos y jugosos. Producto fresco y en su punto.
De postre tomamos un coulant de chocolate con helado. El formato no era el habitual pero estaba apetitoso y más parecido a un bizcocho de chocolate, muy esponjoso.
La otra opción elegida fue esta tarta de limón, con una presentación muy original, como una especie de deconstrucción, pero exquisita.
No cabe duda de que los rosados son vinos para beber todo el año, pero en verano apetecen más. Éste que tomamos es muy conocido y siempre está bueno. De la bodega Viñedos y crianzas del Alto Aragón S.A. en el Somontano, elaborado con la variedad Cabernet Sauvignon. Es un vino muy afrutado, donde destacan los aromas de arándano y frambuesa. En boca se presenta con una equilibrada acidez. Un vino rosado fresco, ágil y sabroso.
Un lugar ideal para disfrutar de una deliciosa comida con puro sabor Mediterráneo y unas vistas espectaculares.