Lo que hasta hace poco tiempo era la Masía Romaní ahora es La Romana. Un espacio gastronómico, con unas amplias instalaciones y una terraza ideal para comer al aire libre, sobre todo en las noches de verano y los días de invierno, ya que el clima por estas latitudes lo permite. Las instalaciones se han redecorado y se ha ampliado la terraza, lo que es uno de los mejores atractivos del restaurante. El servicio es amable y eficiente. Éramos un grupo de unas veinte personas y pudimos comprobar que la cocina funciona bien, sin altibajos ni fallos en el ritmo. La calidad del producto es alta y su manipulación correcta. El resultado son unos platos atractivos y apetitosos. Me sorprendieron gratamente las copas para el vino, de un tamaño espectacular y de calidad.
Una curiosidad. Según el logo de la cabecera de la página web del restaurante la romana no es una señora de Roma sino un instrumento antiguo de medida (balanza) para realizar pesadas. Mira aquí una explicación más erudita.
Una prueba de que se cuidan los detalles, en cuanto a la calidad de lo que aquí se ofrece, es el aceite que se presenta en las mesas para degustación. Un Castillo de Canena, Reserva familiar, de la variedad arbequina.
Al ser un grupo numeroso el menú estaba concertado con antelación, empezamos con unas anchoas "mariposa" con pan de cristal tostado y mantequilla, de buen tamaño y sabrosas. La calificación mariposa significa que no se separan los lomos, se mantienen unidos por la cola.
Focaccia a la brasa con tartar de gamba y huevas de tobiko al estilo oriental. Exquisito, de lo mejor.
Chanquetes rebozados, con sabor a marisco, acompañados de huevo escalfado. Estaban muy ricos, no sé como se obtiene ese sabor tan especial pero me encantó.
Continuamos con unas croquetas de jamón ibérico suculentas y crujientes, rebozadas con panko.
Después nos sacaron estos molletes de solomillo y foie. Una carne muy tierna y un pan muy ligero. Exquisitos.
De principales había para elegir entre un arroz, un pescado y una carne. El pescado, aunque no nos especificaron cuál era, ya que dependía de la oferta del mercado, por descuido nuestro no preguntamos en el momento, yo apostaría por una corvina a la brasa con guarnición de verduras.
La opción de la carne si estaba definida, rabo de toro deshuesado en su jugo con parmentier de patata. Un lingote en formato quinta gama que estaba bastante bueno, mejorado sobre todo gracias al jugo que le acompañaba.
De postre tomamos tiramisú, para compartir.
Y también una torrija tradicional con toffee, almíbar de vino tinto y helado de nata. Estaba exquisita.
Los vinos incluídos en el menú eran de la Bodega Nodus. El blanco un Chardonnay en formato magnum y el tinto un Merlot también en formato magnum.
Menudas sobremesas se van a despachar en esa terraza-jardín