La madurez de Begoña en la cocina es muy evidente.
Su evolución ha hecho que su obra sea muy atractiva, más acabada y equilibrada. Imaginativa, de calidad y sabrosa. Esto último es lo que a mí más me importa.
La Salita se ha convertido, con todo merecimiento, en un lugar de peregrinaje para los iniciados en la gastronomía, tanto valencianos como foráneos. Luego están los que van para hacerse la foto con la Begoña ganadora de la primera edición de “Top chef”, pero a esos no les interesa esto que estoy escribiendo.
Sergio dirige la sala y eso es una garantía de que todo va a funcionar bien al otro lado de la cocina.
Tienen dos menús, que vienen a ser el mismo, solamente que uno contiene menos platos que el otro. Ideal para los que no quieren comer mucho, pero es difícil no escoger el largo. Si escoges el más corto te pierdes algún plato extraordinario.
No me quiero extender, porque lo que hay que hacer es comer en La Salita y no leer sobre La Salita.
Los aperitivos, que en carta se denominan “La barraca” constan de un cucurucho con humus de “garrofó”, emparedado de foie, tosta de caballa, pepito de pisto y bombón de queso con cobertura de chocolate blanco. Presentación original con una variedad de sabores para ir haciendo boca. Muy interesante el toque localista del humus de garrofó.
Empieza la fiesta con la clásica y no por ello menos interesante “Tiara de encurtidos y salazones” Un plato muy colorido, con muchos matices y una estética espectacular. Exquisito. Redondo en todos los sentidos, no sólo geométricamente. Lo del centro es un aceite de albahaca.
Ensaladilla de tarantelo de atún. No parece el plato más complejo, pero es de los que más me gustaron. Equilibrio de sabores y elegancia. Toques crujientes y cremosos. Salados y ácidos. Que más se puede pedir.
El Tomate. Distintas variedades de tomate en diferentes texturas y elaboraciones. Acompañados de mozzarella y polvo de hierbas aromáticas, ingredientes de la pizza. Refrescante y apetitoso.
Arroz de placton marino y all i oli de cítricos. En este plato encontré un desequilibrio, un dominio de la acidez sobre el resto de sabores. No sé si el plato es así siempre o fue un exceso involuntario.
Tartar de pastrami con helado de mostaza. Interesante y sorprendente plato. Dos sabores intensos que se llevan muy bien, la de la carne ahumada y de la de la mostaza suavizada en forma de helado. Me gustó mucho.
Carpaccio de wagyu con verduras de verano. Extraordinaria carne, tierna y deliciosa. Se funde en la boca como si fuera mantequilla. El acompañamiento no es para pasarlo por alto. Una tosta de verduras que estaba magnífica. Se merece un protagonismo propio en otro plato.
Guisantes, sus vainas, manitas y pato. Con trufa de verano. Cambio radical de concepto, pero manteniendo el nivel. Sabores destacables perfectamente armonizados.
Goulash valenciano de venado con bajoqueta y colrab. Una elegante interpretación de un tradicional plato húngaro. Estaba muy bueno. La carne de venado tierna, lo que no es usual en este tipo de animales. Para repetir.
Selección de quesos. Soy un enamorado de los quesos, de todos. Éstos están exquisitos.
Llegan los postres
Fresas y nata, yuzú y toques balsámicos. Un postre para recordar. Ya lo conocía de otra comida y había que repetir.
Cacao, mascarpone, torrefactos y chocolate. Una genial deconstrucción del tiramisú.
Solamente puedo decir que si alguien quiere saber lo que es comer en uno de los mejores locales de Valencia, tiene que ir a La Salita. Imprescindible.
LA SALITA. Calle Séneca, 12. Teléfono 963 817 516. Valencia