Un restaurante ubicado en las proximidades de la plaza del Cedro en el que vas a poder comer más que dignamente y beber como un rey. Sobre una carta de base mediterránea Sara y Eduardo han confeccionado una propuesta muy interesante con platos modernos y atractivos que te van a convencer. La bodega sorprende mucho, hay auténticas maravillas que no te esperarías, tal vez hace falta introducir algo más de nivel en la cocina para que se acompañen mejor los platos y los vinos. Estoy convencido de que lo han valorado, pero la zona y el tipo de clientes habituales marca la línea a seguir. La honestidad está contrastada, pedí consejo sobre un vino concreto y Eduardo me ofreció otro del mismo nivel casi a mitad de precio. Déjate llevar.
Puede parecer un tópico pero esto lo tienes que pedir, a la izquierda magnífica croqueta de pollo carbonara sobre guanciale a la plancha. Esta no suele estar en carta, la habitual es la de jamón, la cual tengo entendido que está exquisita. A la derecha buñuelo de bacalao con titaina y crema de ajo negro. Mucho bacalao en el interior y magníficos acompañamientos.
Me picó la curiosidad al leer de que iba este plato, como homenaje está bien, aunque me habría gustado probar el de Joan Roca. Esta terrina de pato con pistachos tiene la virtud de ser un bocado fresco y a la vez saciante. Los pistachos y la sal Maldon aportan sabores y texturas interesantes. Muy bien.
Una magnífica pata de pulpo que se sirve partida a lo largo para facilitar su procesado en el plato. Está elaborado a la llama con salsa romesco y patata asada. Lástima que este pase con lo rico que estaba tenga dos detalles que lo desmerecen. Los pegotes de ketchup frío y el plato de pizarra.
Este capricho "Bocado de panceta a baja temperatura con mejillón en escabeche" estuve esperándolo toda la comida, al fin llegó. Sabrosa, tierna, abundante y con el detalle del mejillón, que no es que le haga ninguna falta, pero le contrasta bien y es original. Un final apoteósico.
De postre pedí la tarta de manzana caramelizada con helado de canela. Muy rica, gruesa, casi demasiado, caramelizada por la parte superior y acompañada de un buen helado de canela que le iba de maravilla.
El vino recomendado por Eduardo fue este Bocapiedra, que es un Vino de Aldea de la Bodega Terra d’Art, del Valle de Ahillas. Procede de cepas de una sola variedad, Prieto Picudo, con edad entre los 120 y 130 años, que han sobrevivido a la filoxera gracias a haber sido plantadas en suelos muy arenosos. Su elaboración es totalmente manual, tanto la vendimia como la vinificación en bodega. Después de la fermentación reposa durante 15 meses en barricas de segundo y tercer año. Se le da también bastantes meses de botella antes de comercializarse para su afinado.
Un vino espectacular de la DO Valencia, prueba a disfrutarlo solo, antes de empezar a comer. ¡Saboréalo!
Me dejo pendiente, al menos, una nueva visita a La Terreta para disfrutar de los otros platos de la carta y de las novedades que se vayan incorporando. También de alguno de sus magníficos vinos.