El producto de temporada es el que manda aquí
Desde hace tiempo desplazarse al Barrio de Roca en Meliana tenía su recompensa gastronómica, pero ahora con la implantación allí de Napicol, la visita a ese barrio del buen comer se ha vuelto mucho más atractiva y deseada. Cuando vayas mantén tu fe en el GPS, no flaquees, no te has perdido, el restaurante está en un lugar tranquilo, pero en el casco urbano del barrio. La cocina es principalmente de producto de temporada, por lo que la carta sólo recoge unos pocos platos, el grueso de la oferta está fuera de ella, por lo que hay que preguntar una vez allí. Pero nuestra experiencia nos ha demostrado que dejarse llevar y aconsejar es una magnífica opción. Los testimonios que conozco son muy favorables. El equilibrio en los platos, la calidad de los productos y la elegancia con que se han tratado es aquí una seña de identidad.
Todos los detalles están cuidados con esmero, como se aprecia en la foto de arriba y en la muestra de la cristalería que se utiliza.
Empezamos con un aperitivo compuesto por un buñuelo de bacalao y una marinera, ensaladilla y anchoa. Calidad y sutileza en productos y sabores.
Caballa con escabeche y cítricos. Magnífica la composición, muy bello el corte de la caballa y un sabor espectacular.
Cardo con berberechos y vinagreta de erizos. Este plato causó sensación, todos los ingredientes en perfecto equilibrio, las texturas muy acertadas y el sabor, individualmente y en conjunto, magnífico.
Ensalada de codorniz en escabeche, ostra y puerro. Los elogios del plato anterior se han de reproducir en éste también. Equilibrio y texturas perfectas. Sabor elegante y armónico.
Chipirón, habas y butifarra (botifarra). Ternura que inspira y que tiene este chipirón. Tres productos con mucha personalidad pero bien ensamblados entre sí. Admirable.
Alcachofa, borraja y guiso picante de callos de bacalao. Me maravilla la capacidad de Chemo Rausell (Chef) para combinar ingredientes y que resulten tan bien ensamblados.
Sopa de ajo con níscalo (revollón). Este plato fue el más polémica suscitó, pero no por su calidad, si no por el momento en que salió a la mesa, tenía un sabor intenso y unos defendían que debía haber salido más hacia el final de la comida y otros que incluso se podía haber servido con los aperitivos, como un chupito. Todo es opinable, pero con lo que hubo unanimidad fue con su disfrute.
Salmonete soasado y bullabesa. Impresionante el tamaño de estos lomos de salmonete pero también su estupendo sabor. En ningún momento flaquea el nivel de la cocina.
Molleja de ternera con seta (Cantharellus tubaeformis) y salsa de stilton. Me llamó mucho la atención la salsa de queso, ligera y sabrosa, acompañando perfectamente a sus compañeros de viaje. Delicioso todo.
Guiso de lentejas de fricandó de lengua de ternera con trompetas de la muerte. Las legumbres son una especialidad de la casa y no podían faltar aquí. Un plato muy gustoso y delicado, como todo lo comido.
Uno de los postres fue esta tarta Pavlova. Está hecha de merengue, es crujiente por fuera y cremosa por dentro.
Otro de los postres fue esta estupenda tarta de chocolate.
Y para finalizar unos profiteroles de café que estaban para chuparse los dedos.
Para ir calentando, mientras esperábamos el inicio de la comida, probamos una copa de esta manzanilla del Equipo Navazos, más que conocida entre los buenos aficionados a los vinos del Marco de Jerez.
El primer vino de la comida fue Elástico de Bodegas Frontonio de Valdejalón. Es un coupage de variedades blancas locales: Macabeo, Garnacha Blanca, Palomino, Robal y Cayetana Blanca. Todas juntas y con una crianza de 12 meses en cemento subterráneo. Es un vino fresco y salino, con aromas a jazmín, cítricos y un toque de mantequilla de avellana. Me pareció muy elegante.
Mas Doix Murmuri es un vino blanco de la DOQ Priorat, elaborado mayoritariamente con Garnacha blanca, un poco de macabeo y un 2% de algunas otras variedades blancas. Tiene delicados aromas que nos recuerdan a las flores blancas y al hinojo. En boca presenta vivacidad y fresca acidez. Es un vino elegante, sedoso, de paso largo y agradable y con un interesante potencial de guarda. Gustó muchísimo.
Seguimos con este Arbois, Cava de Baco, Cuba de los Geólogos Reserva 2018. Sugestivo tinto francés de Arbois (Jura), monovarietal de Trousseau (Se la relaciona con la bastardo portuguesa y la española merenzao). Un vino natural, de nariz y paladar frescos, con aromas intensos de frutos rojos, nota ahumada, especias, mineral. Un vino con energía y nervio, de tanino y acidez equilibrados. En boca también muchas especias. Vino interesante y muy agradable .
Después un Rioja de Torre de Oña, Martelo 2014. Nació con el objetivo de extraer la esencia del terruño de la Rioja Alavesa. Solo se elabora en aquellas añadas que cumplen los parámetros más exigentes del enólogo: cosechas frescas, con taninos amables y maduraciones largas, pausadas y equilibradas. Intervienen variedades como la Tempranillo, la Mazuelo, la Garnacha e incluso la blanca Viura en pequeñas proporciones. Es un vino maduro con notas de fruta roja y negra, un fondo especiado y toques balsámicos. En boca tienen estructura, es equilibrado y presenta amable acidez. Tiene un retrogusto agradable, largo y persistente. Magnífico.
Finalizamos con este espectacular vino dulce elaborado con sauvignon blanc en 1996. Un vino con cuerpo y delicadeza, intensidad y suavidad, complejo y sutil. Un espectáculo. Un buen broche para finalizar la vigésima quinta comida de los "Atrapaos".
Queda pendiente una próxima visita al Restaurante Napicol.