Estar en Málaga y comer en un restaurante de cocina mexicana, puede parecer una excentricidad, pero las referencias eran tan buenas que había que comprobar lo que nos habían dicho, vamos que se habla de cocina mexicana auténtica. Era una ocasión única, especial, de aprovechar la estancia en la ciudad. Aquí no se ven sombreros charros ni símbolos relativos a la fiesta de los muertos, aquí hay cocina no folklore. Eliminan florituras en la decoración como también en sus platos, que son directos y exquisitos. Reyna Trasverso, es su chef, que se formó en la Culinary Art School de Tijuana, en México, donde también pasó por restaurantes de Puerto Vallarta, en la región de Jalisco. Aquí preparan ellos mismos los totopos y hasta la última de las salsas con mimo para tratar como se merece a la cocina mexicana, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Con las premisas con las que partíamos había que probar lo más tradicional de su cocina, así que empezamos con un sencillo guacamole con sus totopos caseros. Sabores primarios claros, muy identificables y auténticos.
Lo siguiente ya queríamos que fuese un taco, uno de los más conocidos es el "pastor" elaborado con aguja de cerdo marinado con achiote, chile ancho y guajillo. Servido con cebolla, piña, cilantro fresco, lima y su salsa. Me llamó la atención la piña, pero el bocado estaba muy rico.
Pedir una quesadilla es ineludible cuando comes en un restaurante mexicano, y si además lleva huitlacoche ya es el sumum. El huitlacoche o cuitlacoche es un hongo parasitario comestible que se encuentra en el maíz. Actualmente, es un ingrediente sofisticado que se utiliza en la cocina mexicana y, aunque en otros países lo siguen considerando como una plaga, en México se consume de muchas formas, sobre todo acompañado de tortillas, como estas deliciosas quesadillas de huitlacoche con queso y granos de elote. Espectacular.
De plato principal pedimos esta costilla de cerdo lacada con naranja y miel de caña. Eran 200 gramos de carne de costilla, sin hueso, acompañada de frijoles refritos y pico de gallo. Impresionante. Una carne tierna y gustosa, de la que nos quedamos con ganas de más.
Con el plato principal nos sirvieron algunas tortillas de maíz y como somos unos viciosos nos hicimos un taco con los ingredientes, carne de la costilla, pico de gallo y frijoles. No se si será muy ortodoxo, pero estaba rico, rico.
De postres solo había tres opciones y optamos por probar el único que no habíamos tomado recientemente, el pastel de queso con ate de guayaba y crema de palanqueta de cacahuates (cacahuetes).
Puedo afirmar sin ningún tipo de dudas que éste es uno de los mejores restaurantes mexicanos a los que he ido, si no el mejor. Nada de florituras, todo directo al grano. Sabores nítidos, al centro del meollo y sin circunloquios. Cocina limpia, de base y convincente.