De los restaurantes que conozco en Jávea, que no son muchos todavía, éste es el que más me ha gustado de momento, exceptuando Bon Amb, con dos estrellas Michelin, y Tula, con una estrella. Tanto por la calidad de su cocina, por el buen servicio de sala y por sus espectaculares vistas.
Noray está ubicado en un lugar excepcional junto al Puerto de Jávea, su terraza permite una contemplación del mar magnífica y es el lugar perfecto para pasar el tiempo admirando la hermosa bahía. El restaurante cuenta con dos niveles: una terraza exterior, un comedor interior en la planta baja y una terraza acristalada en el piso superior desde la que se disfruta de esas maravillosas vistas que vemos en la foto. La planta baja es más informal y es utilizada para aperitivos, comidas y cenas, mientras que en la superior se propone una oferta gastronómica más sofisticada.
Ofrece una gran variedad de platos, incluyendo arroces, carnes, pescados frescos y cocina mediterránea de autor. Destaca su original carta de vinos, seleccionados personalmente por la gerente y sumiller Natalia Brun. El chef Pedro Martínez elabora una cocina mediterránea creativa y original.
Además, encontrarse este tributo a Lenon, Sinatra y Elvis en la vitrina de las copas de vino da muy buen rollo. ¡A que sí!
Esta era nuestra mesa ¿que te parecen las vistas? ¿A que todo sabe mejor desde aquí?
Los detalles están muy cuidados. Empezando por el pan, de buena calidad, uno de aceite y otro de semillas de calabaza con harina de maíz. Deliciosos.
El aceite de la marca Parqueoliva Serie Oro es otro de los detalles de calidad que ofrece el restaurante. Se obtiene a partir de la combinación de las variedades de aceituna picuda y hojiblanca. Se le aprecian matices frutales como la manzana y plátano verde, y notas de hortaliza como la mata de tomate. En boca tiene una entrada de un amargor elegante y picante, de intensidad media. Rico, rico.
Nos sirvieron un aperitivo que consistía en una tartaleta de mousse de mascarpone con salmón ahumado. Un inicio contundente que despierta los sentidos. Preparados para lo que venga.
Después de un aperitivo tan intenso el plato que venía después tenía un gran reto por delante. Pero un carpaccio de gamba roja de la bahía de Jávea es como un repoquer de ases. Un triunfo seguro. Ganador por KO.
Estas zamburiñas con espuma de carabineros fueron una excelente réplica al plato anterior. No compiten, se complementan. ¿Te haces una idea de como está una zamburiña con espuma de carabineros? ¡Bestial, exacto!
Alcachofas a la brasa con salsa romesco y queso semiazul ahumado. Nos sorprendió que en esta época del año hubiera este plato en la carta, ya que no es temporada, la alcachofa es flor de invierno, pero aquí las preparan y envasan al vacío, consiguiendo que se conserve perfectamente. De hecho estaban exquisitas, tiernas y sabrosas. El queso y la salsa romesco eran perfectos acompañamientos.
El final de la parte salada de la comida fue este canelón de buey de mar. Muy distinto a un canelón de carne, sutil y elegante.
No esperábamos que el postre nos pudiera sorprender tanto, después de lo bien que habíamos comido, pero aceptamos la recomendación de Natalia, la Jefa de Sala, y pedimos la tarta de manzana con helado de caramelo salado. Hubo que esperar quince minutos, ya que se hace en el momento y se tiene que hornear, pero valió la pena la espera, que no fue tanta, mientras apurábamos el vino, transcurrió el tiempo para que llegara el postre. Un espectáculo. Hojaldre crujiente y manzana melosa, junto a un helado de caramelo salado que por si solo ya es un gran postre. ¡Espectacular!
A veces arriesgarte y pedir un vino que no conoces, pero que confías que estando en la carta de un restaurante que te da buenas vibraciones será porque vale la pena. Y lo pruebas y te sorprende, por todo. Primero por su color oro, amarillo intenso y brillante. Está catalogado como vino naranja. Después en nariz es delicioso y asombrosamente complejo. Aromas a azahar y flores blancas, recuerdos cítricos. En la boca es cremoso y de amplio volumen gracias a la técnica del batonnage. Los torrefactos y especiados fruto de su crianza durante siete meses en roble francés le aportan elegancia y un final untuoso. Acidez equilibrada, frescura y máxima expresión. Nunca había probado un Verdejo tan opulento. La Bodega Frontaura y Victoria está ubicada en la DO Toro, pero los viñedos de los que procede la uva verdejo con la que está elaborado el vino están en la DO Rueda. Un gran descubrimiento.
Con los postres nos ofrecieron esta exquisita sidra de Diamantes de Hielo de Viuda de Angelón, de Nava, Asturias. Se elabora prensando una variada mezcla de manzanas ácidas y dulces, de las que se obtiene un mosto. Este mosto es concentrado por congelación, de modo que se puede extraer la esencia de la manzana y es luego fermentado hasta los 11 grados de alcohol. Ideal para acompañar a la tarta de manzana. Un espectáculo.
Con ganas de volver a Jávea para repetir en este restaurante. La atención fue espectacular y la cocina perfecta.