Esta receta es muy sencilla de hacer.
Sobre un molde de horno, mejor redondo y bajo, se coloca una masa de las que venden ya preparadas, en los refrigeradores de los supermercados, no en los congeladores, puede ser de masa quebrada, masa de pizza u hojaldre del que no crece. La más idónea y que mejores resultados da es la masa quebrada, pero es la menos frecuente en los supermercados.
Se hornea la masa en el molde, un poco menos del tiempo que indique el fabricante, pues después tenemos que volver a pasarla por el horno cuando la rellenemos con la cebolla.
Anteriormente habremos troceado unas cebollas en juliana, la cantidad depende del molde, tendréis que hacer los cálculos, pero dos o tres medianas será aproximadamente lo necesario. Se colocan en una cazuela con un poco de aceite y sal y se remueven de vez en cuando hasta que estén muy blanditas.
Se baten tres o cuatro huevos, según la cantidad de cebolla que hayáis puesto, se le añade sal, pimienta molida, nuez moscada y 100 cc de nata para cocinar, medio envase de los pequeños. Se mezcla todo con la cebolla y se vierte sobre la masa que hemos horneado. Se coloca en el horno a 180 grados de media hora a tres cuartos. Se va pinchando con un palillo hasta que sale seco. Una vez este hecha, se retira del horno para evitar que quede demasiado seca.
Se puede tomar caliente, dejar reposar 10 o 15 minutos, o fría el día siguiente.
Sale muy buena y si se acompaña de una copa de cava aún está mejor.