
El otro día me encontré esta receta y me entraron ganas de probarla. Es sencilla pero bastante original. No cabe duda de que una tortilla de patatas clásica cuesta menos de hacer, pero ¿qué aburrida sería la vida sin complicarnos a veces la existencia? La preparación empieza por la fritura de las patatas y la cebolla, igual que si fueras a hacer una tortilla. Si quieres cebolla, no es imprescindible, pero yo creo que le aporta jugosidad. Solo necesitas patatas, cebolla, pimientos verdes largos y huevos. Las cantidades dependen de cuantos pimientos quieras rellenar, pero si te sobra patata y huevo no es problema, con los restos yo hice una tortilla.

Yo utilicé tres patatas medianas y tres pimientos y seis huevos. Además de rellenar los pimientos pude hacer una tortilla mediana estupenda.

Abres por arriba los pimientos y les quitas las semillas. El artilugio que ves ahí es el rabo de una cuchara de coctelería que utilicé para empujar el relleno hacia el fondo de los pimientos.

Una vez rellenos los pimientos tienes que sellarlos para que no se salga el contenido de su interior, para eso los colocas en posición vertical para que se cuaje el huevo y se cierre la parte abierta.

Cuando ya están sellados solamente queda freírlos para que cuaje el relleno.

Este es el resultado final. Una vez fritos los cortas a trozos y los sirves como aperitivo o tapa.
Una tortilla de patata está buena pero así sabe diferente y cambia la cosa. Al final no cuesta tanto como parece.