La primera toma de contacto con este restaurante no ha sido afortunada para mí. Fuimos el 29 de marzo (viernes de semana santa) y nos encontramos que la carta de la web no estaba disponible, solo el folleto plastificado que os enseño. Si lo comparas con la carta habitual verás las grandes diferencia que hay. Esta claro que las líneas de un restaurante las marcan sus dueños, pero los clientes no se merecen sorpresas como ésta.
El panorama con los vinos no era mejor, cinco blancos, seis tintos, dos cavas y un rosado. Cuando me consta que tienen una carta de vinos mucho más extensa, pero eso era lo que había disponible en el momento. Como estábamos desmotivados, nos limitamos a pedir el menú del día para acabar pronto y marcharnos, menos mal que nos quedamos, pues la presencia en cocina de Josué nos devolvió la esperanza. El menú se componía de tres entradas a compartir, un principal y un postre.
Aunque el pan seguramente no lo hace él, también estaba bueno.
El primer plato del menú fue este tartar de tomate que estaba rico, bien aliñado y que ayudó a rebajar la tensión en la mesa.
El segundo entrante fue una sepia con mayonesa, bien cocida y con esos pequeños detalles que marcan la diferencia.
Con este tercer entrante, un potaje de garbanzos, llegamos al punto más elevado del menú. Estaba exquisito. No es fácil, con estos ingredientes tan modestos, hacer un plato tan suculento.
Uno de los platos principales del menú era esta merluza rebozada. Buena materia prima y perfectamente cocinada.
El otro plato disponible era este arroz de chipirones y gambas que estaba realmente rico.
De postre no había opciones, fresones para todos.
Como el menú pedía un blanco elegimos el que nos pareció más adecuado de los cinco disponibles. Este Verdejo de Rueda elaborado por la Bodega Copaboca.
Al final el balance ha sido positivo, se que volveré pero después de un tiempo.