Este restaurante se encuentra en una calle peatonal, entre la Avenida Primero de Mayo y Litógrafo Pascual Abad, cerca del Hospital Doctor Peset. La dirección es calle Los Pedrones número 2. Teléfono 963.778.985.

Está especializado en marisco y pescado. Nada más entrar se encuentra una barra con tapas de calidad y una vitrina con pescado y marisco listo para degustar. En el acceso al comedor hay una gran urna llena de bogavantes vivos.

El local está bien acondicionado, tiene mesas amplias y bien vestidas, en los manteles lleva grabada la inicial del establecimiento. Es un detalle que me gusta, por que indica que se han preocupado de algunos detalles accesorios y eso me hace suponer que otros muchos también los habrán tenido en cuenta.

Las copas siendo adecuadas pueden ser mejores con poco que se esfuercen. Las sillas son recias, cómodas y con empaque. La iluminación es correcta y suficiente, no es regular, hay zonas más iluminadas que otras, pero eso solo afecta a la fotografía.

La carta de vinos, está pensada para el tipo de restaurante que es, con predominio de blancos, aunque los tintos no están descuidados. También hay algún cava valenciano bien escogido. Nosotros tomamos un Terras Gauda 2008, variedad albariño, de la DO Rías Baixas (22 euros). Una pena que no fuese 2007, 2006 ó incluso 2005, ya que la variedad albariño, si está bien conservada, mejora con unos pocos años en la botella.

El servicio del vino se limitó al descorche y el cubo de hielo, ni siquiera nos los dieron a catar, directamente nos sirvieron dos copas, menos mal que estaba bueno, después ya nos servimos nosotros siempre.

La carta de platos tiene bastantes entradas de mariscos, ensaladas interesantes, buenos platos tradicionales de pescado y algunos de carne. Los postres son variados, alguno de ellos casero.

Pedimos una ensalada de la casa, exquisita, con abundancia de marisco, bien equilibrada y sabrosa, además un revuelto de boletus con foie, pero foie de verdad. También muy bueno.

De segundos pedimos una lubina a la espalda, nada de ración, dos buenos lomos de lo que debía ser una hermosa lubina salvaje. Por lo menos el tamaño y el precio (20 euros) así lo indicaba. Acompañada de verduras en tempura. El otro segundo fue una merluza rellena de centollo, gratinada. Sobre una salsa de coral. Me supo extraordinaria. De esos platos que te duele que se acaben.

De postres pedimos piña natural, una buena ración, y tarta de tres chocolates, ésta bien sin entusiasmar.

El café estuvo bueno.

El servicio atento pero con detalles que cuidar. Como en el caso de los cubiertos. Después del primer plato y pensando que el siguiente que iba a tomar debía ser una combinación de sutiles sabores, dejé el tenedor dentro del plato, pues estaba sucio del aliño de la ensalada. Me quedé estupefacto, cuando el camarero sacó el tenedor sucio del plato y lo dejo sobre el mantel. No me dio tiempo a reaccionar. Si dejo el tenedor dentro es una señal inequívoca de que quiero que me lo cambien, lo deberían hacer sin decirlo, pero con ese detalle no hay dudas de lo que quiero. La cosas como son, tuvieron el detalle de preguntarnos si íbamos a querer algo más pues la cocina iba a cerrar.

En conclusión, restaurante con buena cocina y excelente materia prima, pero falto de un poco de cuidado en algunos detalles del servicio de sala.

La relación calidad precio es equilibrada, dos personas 99 euros.