Cuando vuelves es por algo ¿no?
Foto cedida por el Restaurante El Cabanyal
Comer en el restaurante de Maribel es todo un lujo gastronómico, ya que ofrece una materia prima de calidad superior. Quien la siga por las redes sociales conoce perfectamente los ejemplares de pescados salvajes que adquiere frecuentemente para su clientela, como el dentón común (Dentex dentex) de la foto de arriba. Domina perfectamente la técnica coquinaria y está acompañada de un equipo muy válido y preparado. Así que en cuanto se presentó la ocasión nos confabulamos unos amigos para disfrutar de su sapiencia, a pesar de haber estado recientemente allí.
Aquí todos los detalles son importante y se cuidan, por eso el aceite de mesa de La Vall d'Alcalà (Alicante), Cinc Oliveres, es un magnífico aceite de oliva virgen extra de cultivo ecológico, de las variedades de aceituna autóctonas Villalonga, Beniaia o Grosal y Blanqueta, muy agradable y equilibrado.
Empezamos con la imprescindible ensaladilla de llisa con salsa tártara y raïm de pastor encurtido. La opinión unánime de los comensales es que es la mejor, de las elaboradas con llisa, que hemos probado nunca.
Colas de langostinos con alcachofas confitadas. Las primeras de la temporada y no nos pudimos resistir, había que comerlas. Y el acompañamiento, perfecto. Nos quedamos muy satisfechos.
Buñuelos de merluza, gambas y algas, envueltos en lechuga de mar, recubiertos con una tempura de harina de garbanzos y cerveza. Acompañados de alga codium y una salsa agridulce de mermelada de albaricoque con una reducción de Pedro Ximénez y zumo de pomelo. Una delicatessen, que aconsejamos comer con la mano. Hicimos la prueba y saben aún mejor.
Cocochas rebozadas con cebolla caramelizada y un toque de ralladura de limón. Sabrosas y con el contraste dulce de la cebolla y la ralladura de limón.
Mero a la plancha con boletus edulis confitados y aceite de oliva. Espectacular. Sencillo pero muy apetitoso.
All i pebre de corvina salvaje. La variante más famosa de este plato es con anguilas, pero cualquier pescado es adecuado y con esta corvina estaba impresionante. Un plato elegante y sustancioso, nada potente ni agresivo.
Tomamos dos postres. Un pastel de calabaza muy bueno.
El otro fue el clásico tiramisú. También a la altura, como el anterior.
El vino elegido fue este Terras Gaudas, que nunca defrauda. Elaborado con albariño y una pequeña parte de caiño blanco y loureiro.
Aunque ya he repetido varias veces en poco tiempo, no me importará volver de nuevo, en cuanto tenga ocasión. Se entiende ¿no?