Nueva visita a El Respirall. Nunca he explicado como se llega, tal vez por un deseo inconsciente de mantenerlo lo más reservado posible, ya sabemos que cuando un sitio se populariza pierde en parte su encanto, pero hoy es navidad y me siento generoso. Para llegar a este magnífico restaurante hay que coger la dirección del Hospital de La Ribera de Alzira, pasamos por su lateral en dirección a La Murta, al llegar a una rotonda se toma la primera salida hacia la derecha y se sigue recto hasta llegar a un complejo de adosados, allí hay una carretera a la izquierda que lleva hasta la puerta del restaurante. Es un edificio de ladrillo visto de color rojo, no busquéis carteles ni señales que no las hay.
El local me muy adecuado, en cuanto a los espacios entre las mesas y la luminosidad, así como las vistas de los naranjos y de La Murta. Se ve hasta la montaña de Cullera desde su terraza.
El servicio sigue siendo muy bueno. Empezando por la amabilidad, atención y profesionalidad. Tanto Galo y su equipo en la sala como Kristian y el suyo en la cocina.
Además del cambio por temporadas de la carta de platos, están también cambiando la carta de vinos. Hay platos y vinos que son imprescindibles en las cartas, pero no descansan para ofrecer las mejores novedades a los clientes habituales.
En esta ocasión tomamos platos habituales y otros que eran novedad en la carta. Empezamos con los espárragos blancos en tempura. Magnífica interpretación en la que la verdura siendo la protagonista resulta realzada por la técnica japonesa.
Después la vieira con el arroz venere con escarola y huevas de trucha. Fantástica como siempre. Se está convirtiendo en un habitual de mis visitas.
Continuamos con otro clásico, unas navajas a la plancha con setas cabeza de fraile y cebolla confitada.
Lo siguiente una novedad de la carta, un plato de lomo con huevo rebozado y setas confitadas. Plato de invierno, con unas setas confitadas por Kristian y terminadas en el wok.
Un delicioso plato de foie a la plancha con maíz y mazorquita con gelatina de vermut fue la continuación .
Para acabar con lo salado nos inclinamos con un magnífico plato de atún rojo con vainas de guisantes y setas. Todo en su punto y la calidad de la materia prima incuestionable.
De postre volvimos al tiramisú deconstruido, excelente interpretación de este postre italiano. Lo acompañamos de un gin and tonic con helado de limón.
Como de costumbre una excelente comida en medio de un entorno inigualable.
Precio medio por persona 50 euros. Buena RCP.