Tenía ganas de conocer este restaurante, no porque sea poseedor de una estrella Michelín, esta distinción está empezando a tener menos importancia para mí conforme voy conociendo algunos establecimientos con estrella, incluso con varias, sino porque tenía la corazonada de que me iba a gustar, como así ha sido.
Está ubicado en las afueras de Elche, a 3,7 km del centro según Google maps.
Es un lugar muy tranquilo y agradable. En Elche me ha llamado la atención la cantidad de flora que hay y lo bonitos y cuidados que están los jardines.
El interior del restaurante está decorado con sobriedad y elegancia.
Con agradables detalles, como las frases en los servilleteros.
Además de los platos de la carta, hay dos menús degustación. Uno largo que llaman “Provocación” y otro más corto que se compone de dos entradas y un plato principal, más un postre elegidos de la carta. ¿Os imagináis cuál fue mi opción?
Elegir un vino para un menú largo siempre es delicado, es difícil que vaya bien con todos los platos. Si hay bastantes comensales se pueden abrir tres o cuatro botellas que vayan bien con los segmentos del menú. Tampoco soy partidario del maridaje de los restaurantes pues, aunque el sumiller siempre es un buen profesional, su gusto no tiene por qué coincidir con el mío. Así que al final me decidí por este Carabibas del 2010. Vino tinto elaborado por la Bodega Sierra de Cabrera en Salinas (Alicante) a partir de las variedades cabernet sauvignon, merlot y monastrell, con 9 meses de crianza en barricas de roble francés. Interesante vino. Fue bastante bien con todos los platos.
El pan muy conseguido. Pan de piezas grandes, con la corteza crujiente y la miga tierna. Uno blanco y el otro de semillas. Más que suficiente.
Degustación de aceite de la zona, muy rico. Marca Señorío de Jaime Rosell, de Beneoliva
Y dos clases de sal.
Una de ellas elaborada por la propia Susi Díaz, chef del restaurante.
Y la otra traída desde Australia.
El menú empezó con una bolsita de crujientes de chorizo y morcilla. No hay foto.
A continuación una original presentación de pan frito con morcilla y crema de Shiitake. Desde este momento ya me dí cuenta que la técnica no iba a enmascarar los sabores naturales de los alimentos, algo muy de agradecer en estos tiempos de tanta cocina de vanguardia que a veces acaba transformando y dejando irreconocible una buena materia prima.
El nivel fue subiendo rápidamente, esta degustación de salazones, compuesta por cuatro mini cucharillas conteniendo distintos bocados a cual más auténtico. De abajo hacia arriba, la primera era de sardina con melón, la segunda cucharilla mojama con caviar de granada, la tercera hueva de mujol con pan y almendra, la cuarta bonito con altramuces y polvo de aceituna. Todas ellas llenas de sabores naturales y muy reales.
Además del sabor hay que apreciar el arte que se necesita para montar estas miniaturas.
Ahora un juego visual y cromático, parecía un tres en raya de mini croquetas de bacalao acompañadas de cuatro variedades de all-i-oli. De verduras, limón, tomate y curry. Muy sabrosos, sobre todo el all-i-oli de curry, para mi gusto.
Un etéreo de foie mi cuit. Realmente es una nube, desaparece en la boca pero dejando un sabor a mi cuit muy real. Excelente presentación.
Foie con aire urbano o foie en texturas. Sobre un original ladrillo grafiteado hay tres presentaciones cuya base es el foie. Primero por la izquierda un macaron de foie, al centro un bloque de mi cuit entre dos sutiles láminas de caramelo crujiente y al final a la derecha un cremoso de foie con gelatina de vino dulce, panecillo de naranja y especias. Espectacular sobre todo el del centro.
Tartar de ostra gallega, salicornia y fideos de arroz. Buena presentación de la ostra, en la que se mantienen sus sabores originales. Me gustó, siempre había preferido la ostra entera, pero esta forma de comerla me agradó mucho.
Quisquilla con pil-pil, caviar de coco y manzana ácida. Fresquísima la quisquilla y fantástica. Había una sutil combinación de temperaturas, el pil-pil templado y la quisquilla fresca. Un conjunto muy conseguido.
Cuando el comedor se llenó empecé a notar que el ritmo del servicio se ralentizaba, provocando esperas demasiado largas entre plato y plato, seguramente la cocina estaba desbordada ya que el servicio de sala parecía suficiente.
Calamar a la plancha con alcachofas fritas y all-i-oli de tinta. Este sencillo plato resulta extraordinario por la calidad de sus ingredientes.
Crema de patata con yema y aceite de trufa. Aroma a trufa y sabor, buena crema de patata. Un plato bien compuesto que ganaría más con otra vajilla.
Salmonetes crujientes sobre guisantes tiernos. Seguimos hacia arriba, cada nuevo plato consigue hacerme creer que es el mejor del menú. Los guisantes realmente tiernos y diminutos y los salmonetes frescos y sabrosos. Un diez para este plato.
Consomé de ave aromatizado al Jerez. Buena concentración de sabor en el consomé.
Pechuga de ave bastante tostada, con mucho sabor ahumado, con salsa de dátil y crujiente de maíz. Éste me pareció el plato más flojo del menú.
El menú remonta enseguida a su nivel con el primer postre. Torrija con helado de yogurt y sopa de coco con caramelo hilado. Fantástica la torrija y la sopa de coco, el helado demasiado frió pero bien de sabor.
El otro postre fue un macaron de chocolate, muy bueno.
No sé que ocurrió pero me quedé sin los otros dos postres del menú, tal vez me precipité al salir del comedor para tomar el café en la terraza o tal vez se olvidaron de ellos. Los dos postres que figuran en el menú y que no probé son dátiles con mazapán, y el otro rocas de chocolate y granada.
Con el café si llegaron los dulces finales, petit fours.
Una experiencia muy grata comer en La Finca, aquí se demuestra que todavía se puede hacer cocina creativa sin alterar la autenticidad de los sabores de la materia prima. Sé que me estoy repitiendo, pero es muy importante porque llevo algún tiempo saliendo de grandes restaurantes sin saber bien lo que he comido.
Restaurante La Finca
Partida de Perleta, Polígono 1, nº 7
03295 Elche. Alicante (España)
Tel +34 965 45 60 07 | Fax +34 966 61 25 78
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