Cena en La Sucursal, dentro de la promoción de Valencia Cuina Oberta. Era una buena ocasión para disfrutar de este establecimiento a un precio más que asequible.
¿Por qué participan este tipo de restaurantes en esta iniciativa de Turismo Valencia? Sencillamente para que algunos potenciales clientes se decidan a conocerlos, pierdan ese “miedo escénico” y comprueben que en estos restaurantes se está muy cómodo y te atienden muy bien, con una cocina de mucho nivel.
Nosotros éramos cuatro que, aunque ya conocíamos La Sucursal, quisimos “aprovecharnos” de la campaña.
Tras la experiencia de la primera edición celebrada en junio de 2009 Turismo Valencia decidió repetir la iniciativa ‘Valencia Cuina Oberta’, que en esta ocasión se ha celebrado entre el 16 y el 22 de noviembre.
Los menús de comida (18 euros) o cena (30 euros) tenían un precio fijo para todos los restaurantes y los menús contenían un número limitado de platos.
La descripción del restaurante y su personal, que sigue siendo especial, está descrita en esta anterior entrada.
El menú estaba compuesto de unos aperitivos que constaban de “esferificación de bloody mary” y una brandada de bacalao y aceituna negra. El bloody mary llevaba en su interior hasta un trocito de apio. La brandada era una espuma de bacalao y patata muy suave en el que se reconocían sus ingredientes.
Con los aperitivos se ofrecía una degustación de cerveza Cruzcampo Gran Reserva. Una cerveza con mucho cuerpo, para lo que nos tiene acostumbrados esta marca. La encontramos aromática y con cuerpo. Tiene 6,4 grados.
Como entrada nos pusieron un huevo asado a baja temperatura con parmentier de patata y crujiente de arroz negro liofilizado. Un plato interesante y complejo. En su punto.
El primer plato principal era un lomo de bacalao fresco con alubias, brotes de cebolla y cebollitas glaseadas. En este plato hubo controversia. Lo comentamos con el chef Jorge Bretón. El bacalao llevaba la piel quemada, Jorge nos dijo que buscaba darle un poco de amargor al plato, sin duda conseguido. Hubo a quien le gustó mucho la combinación con el sabor dulce de los brotes de cebolla, a otros nos gustó menos, pero todos nos lo comimos sin dejar nada. Las alubias muy mantecosas y gustosas.
El segundo plato principal fue costilla de cerdo ibérico rustida y puré de tubérculos. El sabor de la costilla excelente. Preguntamos a Jorge Bretón por que no estaba más crujiente la piel. Nos aclaró que al estar cocinado a baja temperatura no convenía darle un golpe de calor después ya que le perjudicaría, porque la grasa se funde y puede dar sabores enranciados. Nos gustó a todos.
De beber tomamos un Puerto Salinas, de Bodegas Sierra Salinas, de Villena, Alicante, vinculada a Bodegas Castaño de Yecla. Elaborado con monastrell, cabernet sauvignon y garnacha tintorera. Crianza durante doce meses en barricas de roble francés. Muy bueno.
De postre tomamos un royal de café y avellanas con sorbete de pannacotta y crujiente de cacao. Un conjunto de sabores bien equilibrados entre si. A destacar el punto muy equilibrado y suave de dulzor. Nos explicó Jorge Bretón que utilizaba azúcar moscovado. Un tipo de azúcar de caña de calidad, que conserva una película de melaza recubriendo cada cristal de azúcar.
Para acompañar el postre Manuela Romeralo nos sugirió un vino Anselmann Trockenbeerenauslese de la variedad ortega. Una delicia, dulce pero moderado, con un intenso sabor a corteza de naranja seca, membrillo y miel. Excelente.
Después de la cena pudimos degustar unos cigarros de la nueva serie Montecristo Open, el formato Regata, que me pareció el más conseguido de los cuatro que componen esta serie.
Lo acompañamos con unos licores y un gin tónic, este último con una preparación esmerada, en el que se utilizó un extracto de elaboración casera elegido especialmente según la ginebra escogida.
Una grata velada, sin agobios, ya que nos invitaron a permanecer en el restaurante todo el tiempo que nos apeteciese y disfrutar del cigarro con tranquilidad.