Este viernes era el turno del restaurante de cocina foránea y elegimos para la ocasión la griega. Fuimos al restaurante heleno con más tiempo de implantación en Valencia, de hecho está celebrando su vigésimo sexto aniversario. Me pareció que no había ninguna duda de su autenticidad, lo dirige Stratos y al personal se le nota un acento de origen balcánico. Está situado en la calle Conde de Montornés número 23 de Valencia 46003. Teléfono 963 944 443. Tienen servicio a domicilio gratuito.
Está ubicado en un local que va necesitando de alguna reforma, sobre todo el aseo de caballeros. El espacio entre las mesas es casi imposible, el respaldo de mi silla tocaba con el de la mesa de mi espalda, pero había otras mesas más espaciadas. Está ambientado con detalles de inspiración griega, predominan los tonos cálidos y la música ambiente es inconfundible.
Las mesas vestidas con manteles de papel rojo chillón, al igual que las servilletas, resultan un poco excitantes. Me consta que otras veces ponen otros colores. Las vajillas y cristalería son mejorables.
No tomamos vino y no pedimos la carta, por lo que perdimos una buena ocasión de probar algún vino del país.
La carta es genuinamente autóctona, al menos para un profano como yo. Los platos están escritos con el nombre original griego, pero con caracteres latinos, y una descripción al lado que detalla el plato, con lo que se sabe lo que se está pidiendo. Optamos por compartir unas entradas al centro y tomar un segundo cada uno.
Lo primero que pedimos fue un zatziki, que es una crema de yogurt con pepino y ajo. Yo la encontré muy agradable e ideal para iniciar la comida, un buen aperitivo, con su puntito de amargor del pepino y el yogur.
También pedimos una ensalada griega. Es una ensalada mediterránea, con dos ingredientes diferenciadores, las aceitunas kalamata, que están exquisitas y el queso feta. La encontré bien aderezada y con buen producto.
Buscando un poco de exotismo pedimos okras guisadas, que en la carta venían como bamies. Resultó que eran de conserva y las encontramos bastante blandas. Resulta que es un fruto que al cocerse se vuelve bastante gelatinoso. No nos resultó apetecible.
Como platos principales pedimos, pollo al horno, kotopoulo, que salió demasiado tostado, como se puede apreciar en la foto, y bastante seco, además de insulso. Eso sí todas las patatas que venían de guarnición en todos los platos estaban estupendas.
Otro de los platos pedidos fue cordero al horno, arni sto furno. Presentado como un pastel de carne. Acompañado de las exquisitas patatas fritas. El resultado del plato fue aceptable.
También pedimos carne picada, sutsukakia. Una especie de albóndigas de carne con una salsa de tomate y las infalibles patatas, este plato no entusiasmó demasiado.
El último de los platos pedidos fue un entrecot asado con vino griego. Este plato no tenía traducción. La pieza salió con muchos nervios y algo dura, aunque estaba en el punto que pedí. Las patatas como he dicho exquisitas.
De postre pedimos yogur griego con miel. Denso y cremoso. De lo mejor.
Precio por persona, sin haber pedido vino, solo agua y cervezas, 25 euros.
En resumen creo que lo más acertado de la carta son los aperitivos. Tienen las hojas de parra rellenas de arroz, dolmadákia me rizi, y la posibilidad de tomar una degustación de aperitivos surtidos. También tienen cerveza griega.
Interesante para ir y conocerlo.