Un lugar al que te guían los recuerdos
Estoy seguro de que cualquiera tiene asociados determinados sitios a unos concretos recuerdos, a mí este restaurante me hace revivir muchas situaciones, tanto momentos compartidos con una persona querida, como imaginar lo que puede ser el paraíso en algunos momentos por su entorno, o evocar sensaciones placenteras en torno a la mesa, incluso tenerlo asociado a unas concretas vivencias gastronómicas como es degustar unos erizos en temporada, unos tiernísimos sepionets o el clásico pulpo seco de Dénia.
Es paradójico que, a los que nos gusta descubrir nuevos sitios en los que disfrutar de la gastronomía, aunque sea a costa de hacernos bastantes kilómetros en el mismo día, para ir al lugar y volver después a nuestra casa, que estamos pendientes de cualquier noticia o comentario amigo que nos indica dónde vale la pena ir para disfrutar de nuestra afición, al mismo tiempo tenemos una serie de restaurantes a los que no renunciamos y volvemos a ellos periódicamente a pesar de que los conocemos bien, de que ya no tienen el atributo de lo nuevo, pero se ha convertido en una necesidad volver a sentarse alrededor de sus mesas y renovar nuestra memoria gustativa que está asociada a sus platos icónicos y también conocer las novedades que han salido de la mente creativa de nuestro chef amigo.
Os dedico este erizo que me comí el otro día pensando en vosotros. Soy así de generoso. Un abrazo.
Sendra es uno de esos sitios a los que vuelvo con relativa frecuencia, a veces solo a tomar un aperitivo, otras para hacer la comida principal, pero con seguridad el pulpo seco es una de las tapas más habituales. Está disponible todo el año y aquí lo hacen muy bien. Aunque esta vez se les fue la mano con la llama. Hasta el mejor escribano a veces echa un borrón.
Cuando es temporada de erizos también es obligada la visita a Sendra. Son una delicia para el paladar, es un manjar de invierno, pero se dice que en marzo es cuando están más “carnosos”, cuando la parte comestible (gónadas) es más abundante, aunque frecuentemente se suelen tomar crudos, lo que produce cierto rechazo a algunas personas, también se pueden cocinar, lo que da un nivel gastronómico extra a los platos en los que se incluyen. Éstos nos aconsejaron tomarlos con unas gotas de aceite virgen extra. ¡Y mejoraron!
El aceite que pusieron a nuestra disposición es ecológico, está elaborado con variedades tradicionales de la montaña alicantina (Villena), arbequina, blanqueta, alfafarenca, etc, de viejos y grandes olivos. Se envasa sin filtrar, en rama, y de cosecha temprana, con lo que todas sus propiedades están intactas. Es un puro zumo de aceitunas.
Otra de las exquisiteces que hay que tomar en este lugar son sus sepionets a la plancha, sepias de pequeño tamaño, que son un disfrute para los sentidos. Vienen con su tinta y su concha interna o jibión. Cuando pienso en algo apetitoso me viene este plato a la memoria, desde que lo probé aquí hace algunos años.
Veníamos con ganas de probar muchas cosas y aparte de los aperitivos expuestos elegimos un menú de los cuatro que tienen especiales. Se compone de una ensalada de la casa, 250 gr. de marisco por persona y a elegir un principal entre fideuá, arroz de marisco o suquet de pescado, además del postre y café. La ensalada resultó espectacular, por su tamaño para cuatro personas.
El marisco a la plancha para cuatro llevaba zamburiñas, navajas, gamba blanca, gamba roja y cigalas. Un buen surtido que nos hizo pensar que la elección del menú había sido acertada.
De las tres opciones que existían para el plato principal, optamos por elegir dos: la fideuá y el suquet. La primera salió con un fideo mediano, más aceptable para el comensal habitual en lugar del fideo grueso con agujero, ya que la tendencia actual, es hacerlas con el más fino incluso que éste. A mí personalmente me gusta más si la pasta es de un calibre bastante menor. Pero estaba muy buena de sabor y no dejamos nada en la paella (recipiente).
Cuando le llegó el turno al suquet pusimos ojos como platos ya que se componía de varios pescados: rodaballo, salmonete, sargo imperial y rape, también mejillones y almejas. Además de la abundancia y variedad de ingredientes, recuerda que esto son únicamente dos raciones lo que ves, el sabor era exquisito, la patata muy sabrosa y tierna. Espectacular. La próxima vez repito.
De postres había bastantes opciones, de todas ellas elegimos primero esta tarta de zanahoria con chocolate caliente. Exquisita.
La segunda elección nuestra fue el tiramisú de turrón. ¡Había que probarlo! No defraudó, en absoluto.
La tercera opción y definitiva, ya que el menú es muy saciante y no podíamos con un cuarto postre, además de las entradas que habíamos pedido, es esta clásica tarta de calabaza con chocolate, que figura en la carta desde hace mucho tiempo. Señal de que gusta.
Para acompañar a esta pantagruélica comida nos decantamos por el infalible Marqués de Riscal, elaborado con la variedad Verdejo y en la DO Rueda. Es un vino fresco, equilibrado, con notas de frutas tropicales e hinojo, persistencia en boca media larga. Una buena elección para el menú escogido.
No os podéis imaginar lo pronto que voy a volver a sentarme en las dependencias del restaurante Sendra.