DONDE MENOS TE LO ESPERAS...!
Cuando estás en el País Vasco tienes dos problemas, el primero decidir el sitio que vas a elegir para comer o cenar, hay tanto y tan reputado que es un auténtico dilema descartar o escoger. El segundo es que cuando has comido y cenado de maravilla día tras día, es difícil mantener el ritmo. Llega un momento en que el cuerpo te pide una tregua. Esa cena ligera que pedía el cuerpo nos llevó a un restaurante cercano al hotel, con la intención de tomar algo sencillo. ¡Que caprichoso es el azar!
Xabier Díez Esteibar y Aizpea Oihaneder, son los artífices de este proyecto que en su cuarto año ya se puede considerar consolidado. Dos cocineros jóvenes que antes de establecerse por su cuenta pasaron por Arzak, San Sebastián; Martín Berasategui, Lasarte; Monasterio Rocamador en Badajoz; Mesón del Peregrino Puente La Reina, Navarra y Mil Catas, San Sebastián.
El local es pequeño, minimalista y elegante. Tiene una capacidad para unas veinticinco personas. El ambiente es acogedor y cómodo, aunque algunas de las mesas necesitan algo más de espacio a su alrededor.
Existe un menú degustación, por 65 euros, que varían cada mes. La carta, no muy extensa, resulta muy interesante. Cocina de producto, consolidada y meditada. Elaborada con mimo, como dicen ellos.
La cena empezó con un aperitivo de bienvenida. Un yogurt del día, trufado, con migas de pan pimentonado y bombón de queso Idiazabal. Algo exquisito. Está incluido en el menú degustación y me pareció un acierto que nos lo ofrecieran. Hubiera sido una pena no probarlo. Un detalle muy generoso por su parte.
Anchoas de Santoña. Muy suculentas, de buen calibre y acompañadas de un gustoso aceite.
Junto con las anchoas se sirven unas tostadas de mantequilla con aceitunas negras.
Alcachofas con tuétano a la plancha sobre borracho de ibéricos. Con esferificación de hongos. Inolvidable esta creación.
Bacalao asado con polvorón de guindilla, migas pimentonadas, puré de patata ahumada e infusión de ajo. El punto del pescado era perfecto. Las láminas salían impecables y el sabor era fresco e intenso.
La infusión de ajo, servida con el plato posicionado ya en la mesa.
El vino Lalama. Bodega Dominio do Bibei de la DO Ribeira Sacra. Elaborado con las variedades mencia, brancellao y garnacha tintorera. Excelente acompañamiento por su punto correcto de acidez, elegancia y persistencia en boca.
El café era de calidad, algo bastante difícil de encontrar. Es muy importante cuidar este detalle, si se piensa que es el último sorbo de la comida.
Todo un descubrimiento este Xarma, hay que tenerlo en la agenda para las próximas visitas al País Vasco. Imprescindible.
Restaurante Xarma. Avda. de Tolosa 123. 20018 San Sebastián. Tfno. 943317162