No hay nada mejor que encontrar un local donde se ofrecen platos tradicionales con una incuestionable calidad en la materia prima y un tratamiento sencillo y respetuoso. Poco más puedo decir de este lugar. No hay reverencias, como en algunos restaurantes de postín, aquí hay naturalidad y buen hacer. Te dan las buenas tardes y gracias. ¡Qué más se puede pedir! Aquí se viene a comer.
Donde fueres haz lo que vieres. Aquí hay que pedir una "sidrina", no te compliques más. A los que no somos diestros escanciadores nos han facilitado la vida con estos artilugios que te permiten servirte un "culin" sin necesidad de los alardes reservados a los profesionales del servicio de esta bebida.
Hemos hablado de materia prima y mínima manipulación. Aquí tienes la prueba. Zamburiñas a la plancha con una salsa natural de ajillo. ¡Para qué más! Conclusión: Espectaculares.
Bonito a la plancha. Punto. No hay nada más que decir, salvo que estaba exquisito. Pero te voy a poner los dientes largos con algo que no te esperas. ¡Las patatas impresionantes! Solo cocidas pero exquisitas. ¡Saben a patata!
Aquí da igual lo que pidas todo está bueno. Este lacón, que obviamente lo han adquirido ya preparado, supongo que ellos no lo han asado o sí, da igual han sabido elegir bien el producto. Está bueno y punto. ¡Qué más puedes pedir!
Imaginate que pasas por la puerta de esta sidrería y ves este cartel ¿Qué haces? Lógicamente entrar y pedir que te pongan esos 250 gr. de percebes por 18 euros.
Estos son los percebes. Ya sabes lo que es. Riquísimos. Mucho mar. No te digo más.
Hasta la tarta de queso sabe diferente. ¿Por que será?
No es que sea imprescindible, pero la sidra va bien con casi todo. Y es muy saludable.
Si vienes por este "pueblin" escondido en la desembocadura del río Nalón busca este establecimiento, no te arrepentirás.