La cocina mediterránea de Italia
Foto obtenida en Restaurante La Sirena ©Paco Palanca
Me maravilla cuando me encuentro un restaurante italiano en España que no se limita a hacer pasta, ensaladas y pizza únicamente. La cocina mediterránea es muy rica y variada, y gracias a eso hay muchas peculiaridades que, aún teniendo raíces comunes, dan como resultado un recetario muy diverso y característico de cada zona. Y eso es lo que aquí nos encontramos, un restaurante de cocina casera en el que se utiliza una amplia variedad de ingredientes y recetas específicas de su tierra. Unas elaboraciones genuinas, con buena materia prima y bien resueltas.
Actualmente están ubicados en un local bastante pequeño, que las restricciones de la Covid-19 ha dejado casi inutilizable, a causa de las medidas de distancia que se requieren, y todo el espacio útil está concentrado en la amplia terraza de la calle.
La carta está expuesta en varias pizarras alrededor de las mesas, lo cual aporta dos ventajas, la primera es que siempre está actualizada y la segunda es que no hay problemas de contagio, ya que nadie las toca para consultarlas. Es una carta relativamente corta, como corresponde a un local que utiliza materia prima fresca, y que contiene platos de origen italiano en su mayoría.
La carta de vinos es corta, pero hay representación de las principales variedades de uvas españolas y alguna italiana. Es lo que hay, el espacio para almacenarlos seguramente no permite mucho más.
Nos obsequiaron con un aperitivo de crema de atún. Recordaba bastante a la salsa del vitello tonnato. Era como una mayonesa con atún, anchoas y algo de ketchup.
Un vermut de grifo para tomar con el aperitivo. Ya se ven pocos.
Para acompañar a los platos escogidos seleccionamos de la carta “La sonrisa de Tares”, un varietal de godello del Bierzo, de la Bodega Dominio de Tarés. Un vino ideal para este tipo de cocina. Según la ficha de la bodega “Es perfecto para maridar con ensaladas, pescados, mariscos, pasta y arroz”. Resulta un vino muy refrescante, con notas cítricas y de frutas blancas. Me gustó bastante.
El primer plato consistió en una especialidad de la casa “Mejillones rellenos a la Senieta”, se elabora con el contenido del propio molusco, pan rallado, bechamel, hierbas aromáticas y queso pecorino. Un primer bocado sabroso y bastante consistente.
A continuación unos boquerones escabechados a la siciliana, con una percepción bastante intensa del vinagre. Pescado que se aprecia muy fresco y sabroso. Poco que ver con las sardinas en escabeche de aquí, ni con los boquerones en vinagre, aunque tiene algo de los dos.
Los boquerones iban acompañados de unas tiras de pan horneado con hierbas aromáticas y aceite. Muy crujiente, recordaba a las rosquilletas o grisines, pero con un exquisito sabor a pan.
Seguimos con una burrata de 300 gramos, acompañada de unas tostas con anchoas, tomate cherry, ajo, perejil cristalizado y pesto. Exquisito y tremendo el plato, con este solo ya se cena.
Luego, lo mejor de la noche, un fascinante sandwich de salmonete y espárragos, aderezado con un aceite especial que se llama Trombolotto. Es una salsa que se elabora con aceite de oliva virgen extra y extracto o esencia de una variedad de limones "Citrus Limon Cajetani" que , según nos dijo Chiara, únicamente se cultivan en los jardines del Vaticano. En el plato se aprecia por el color más oscuro del aceite. Realmente sabía a limones. Exquisito.
Para finalizar, ya saciados y exhaustos de comer, un plato de pasta fresca al huevo “tagliolini”, con tomate y salsa de rape. Me pareció espectacular, a pesar de que ya no podíamos con nada más. Ni postre pudimos tomar. Y eso que había un tiramisú que me apetecía mucho probar ¡A la próxima!
Un fantástico espectáculo cenar en este restaurante italiano, digo cenar porque, de momento, el horario es solamente vespertino. No hay que perdérselo.