Torreta viene pisando fuerte
Muchas veces me pregunto ¿qué hago yo escribiendo en un blog sobre gastronomía? Y siempre llego a la misma conclusión. Es que soy un incontinente verbal y cuando conozco algo que vale la pena, sea un restaurante, un vino o una cerveza, no me lo puedo callar y lo tengo que publicar, para que los amigos que tienen la paciencia de leerme puedan disfrutar de lo que yo creo que vale la pena. Y en eso estamos.
He estado ya tres veces en Torreta Patacona, en lo que es el precalentamiento de la puesta en marcha del restaurante. De momento está funcionando a medio gas, hasta que el equipo y las instalaciones terminen el rodaje. A la vista de lo que se está haciendo, el futuro inmediato va a ser espectacular. Esta comida fue un pequeño ensayo de lo que será la cocina de Quique Barella en Torreta cuando se abra el restaurante gastronómico. De momento el local ofrece una buena materia prima y la cocina marinera de la zona ¡Casi nada!
Cuando se habla de producto de proximidad, se habla de producto fresco y de calidad. No tendría sentido que fuese de otra forma. Y una de las pruebas básicas, que nunca fallan, es fijarse en los detalles complementarios, que son los que marcan la diferencia. El pan de calidad, siempre de pieza grande, es un argumento básico. En Torreta se cuida este elemento, casi vital en toda comida mediterránea.
Quique Barella es un cocinero creativo, que experimenta, prueba y arriesga, cuando sabe que puede hacerlo. Este snack de pieles de bacalao fritas, con espinas de pescado también fritas, es una prueba de ello. Las opiniones estuvieron divididas.
Fiel a su filosofía, el aperitivo de este menú está basado en la cocina tradicional del Cabanyal. Albóndiga de bacalao, boquerón entero en vinagre relleno de una mousse de su aceite y mussola seca a la brasa. Una demostración de maestría, dada la calidad y perfecta ejecución de los tres aperitivos.
Como es tradicional en las comidas de los "Atrapaos" la bebida la llevan los propios comensales. En primer lugar tomamos este champagne Vranken. Elegante, fresco, sutil, de fina burbuja. Un placer beberlo. Una botella resultó insuficiente.
Foie en escabeche con rábano daikon y huevas de trucha. Un plato con muchos buenos matices. Un foie diferente, jugoso y sabroso.
Otro de los vinos que acompañaron esta comida, El Transistor 2016, un verdejo de cuidada elaboración, mucha complejidad y finura, criando nueve meses en barrica de roble francés. Afrutado, especiado y con buena acidez. Excelente vino.
Tartar de sepia con manzana y aire cítrico, con una mahonesa de su tinta. La naturalidad de Quique Barella para combinar texturas parece fácil, después de ver el plato en la mesa. Sabores nítidos que combinan muy bien entre sí. In crescendo.
Quinta Apolonia colección. Se trata de una edición limitada de la cosecha de 2016, con seis etiquetas diferentes, diseñadas por distintos artistas. Monovarietal de verdejo, con un 30% fermentado en barrica. Un vino en la línea de esta bodega que no defrauda nunca.
Titaina. Plato típico marinero del Cabanyal, sus ingredientes básicos son tomate, pimiento rojo, sal, ajo, aceite de oliva, piñones y atún en salazón desalado (tonyina de sorra). Un plato para salir por la puerta grande.
Estofado de huevas de sepia, gamba, col romanesco, alga codium y escamas de bonito seco katsuobushi. Otra demostración de la habilidad para combinar texturas, sin menoscabo de la calidad y el sabor del plato. Espectacular.
Las Suertes de Nisia, el vino que más me sorprendió. Aromas de fruta madura, tostados y bollería, sabor afrutado y complejo, con larga persistencia en boca.
Pescado de lonja (lubina) con sopa de galeras y mosquito (munida spp) frito. Un plato donde destacaba, por su extraordinario sabor, el fondo de galeras, una base de lujo para un pescado en su punto y un mosquito crujiente (marisco).
Ossian 2013, verdejo de cepas prefiloxéricas fermentado en barrica. Fino y complejo, con notas de tostados y frutos secos. Muy equilibrado.
All i pebre de anguila con garrofón y lengua de pato. Un mar y montaña de lo más original. El garrofón sustituyendo a la patata de la receta tradicional postcolombina, el lomo de anguila sabroso y de considerable grosor, y las lenguas de pato dando el toque exótico.
Belondrade y Lurton 2016. Un vino que siempre convence. Muchas notas de diversas frutas en nariz con toques de panadería y vainilla. En boca es untuoso, denso y complejo. Fantástico.
Bisquit glacé con frutos secos garrapiñados y helado de frutos rojos. El turno de los postres empieza con éste de origen francés. Exquisito.
Coca de llanda con helado de yogur y crema de naranja. El segundo postre con claras reminiscencias valencianas. Muy bueno.
Dulce de invierno 2014 de Javier Sanz. Elaborado con un 80% de uva verdejo y un 20% de uva moscatel. Una vendimia tardía en el mes de diciembre, cuando la uva está más madura, una fase de congelación y un posterior secado de las uvas dotan de dulzor a este vino único.
Ésta fue la décimo octava comida de los "Atrapaos" en el Restaurante Torreta. Una comida memorable por la extraordinaria cocina de Quique Barella, el espléndido servicio del sumiller y los camareros y la buena selección de vinos aportados por los miembros de este grupo.
La próxima apertura del restaurante gastronómico Torreta en la playa de La Patacona va a ser un hito de la gastronomía de la zona. Esperamos el anhelado acontecimiento con muchas ganas.