Un restaurante gastronómico en Port Saplaya
Es una pena que en general, salvo honrosas excepciones, la gastronomía que predomina a orilla del mar sea tan decepcionante, el restaurante playero nunca ha sido atractivo por sus elaboraciones, ni por su variedad, ni originalidad. Por eso, que un cocinero como Kike Jiménez se decida a instalarse en un lugar tan emblemático, como este núcleo urbano junto al mar, es muy de agradecer para los residentes de la zona y para los que se animan a pasar unas horas o días en este lugar. Muchos conocemos a Kike de su periodo en Valencia, en el precioso restaurante casi homónimo de éste. Aquel Trenca Dish que ha sido el germen de este nuevo local, con un paréntesis en su paso por el Hotel Reina Victoria como jefe de cocina. El primer local era encantador, éste es acogedor y con un entorno y una terraza espectaculares.
La ocasión había juntado a dos ases del mundo enófilo-gastronómico, Bruno Murciano y Kike Jiménez. El primero nos presentó una gama de sus vinos a los cuales respondió Kike con unos platos que no se limitaban a acompañarlos, sino que los complementaban de maravilla, ya que se trataba de unas elegantes creaciones donde la elaboración resaltaba la calidad de la materia prima, consiguiendo que cada uno de los platos hiciera olvidar momentáneamente el anterior. La cocina de producto es patente y se disfruta en estas mesas.
Para que todo resultase redondo el aceite que nos sirvieron para disfrutar fue este magnífico Tellus Magna, de una calidad excepcional, ya contrastada en muchas ocasiones.
Se inició la presentación de los vinos con este espumoso de moscatel, Astro del Mediterráneo, con una baja graduación alcohólica (6'5º). Se trata de un vino muy ligero, refrescante, con los aromas propios de la uva moscatel y una burbuja natural muy ligera. Ideal para iniciarse en el descubrimiento del vino.
La réplica se la dió de maravilla esta caballa marinada en escabeche.
El segundo vino que nos presentó Bruno fue el Pieles Doradas, elaborado con las variedades de uva merseguera, malvasía, moscatel y macabeo. Un 50% del vino hace la fermentación en depósito de acero inoxidable y reposa 6 meses con sus lÍas. El otro 50% fermenta en barricas de 500l de cuarto y quinto año y madura sobre sus lÍas durante 6 meses antes de ser embotellado. Es un vino que resulta seco y suave.
Para acompañarlo la cocina preparó un fantástico tartar de gamba blanca con mango, salicornia y yuzu.
Continuamos con Las Blancas, un coupage de 20% Macabeo, 20% Malvasía, 20% Marisancho, 20% Merseguera y 20% Moscatel, con crianza de seis meses en barricas de roble francés de 500 litros. Buen aroma y agradable paso de boca, es un vino seco con una agradable textura y frescor, de lo mejor de la noche para mi gusto. A destacar la presencia de la variedad Marisancho en su elaboración.
Lo tomamos junto a estos tiernísimos calamares de playa con una crema de arroz y galeras.
Pasamos al Cambio de Tercio, el primer tinto de la noche. Un monovarietal de bobal de cepas viejas criado en Caudete de las Fuentes. Fermentación en barrica y nueve meses de crianza sobre lías. Es un vino fresco, ligero, muy aromático, equilibrado y fácil de beber.
Una apuesta valiente de Kike, al presentar estos jugosos salmonetes con espárragos para armonizar con este tinto. Salieron airosos.
El Sueño está elaborado con la variedad bobal procedente de cepas centenarias del Pago Las Brunas, situado a 900 m de altura. Ha permanecido en barricas de 4 o 5 años durante 18 meses y dos años en botella. Es un vino estructurado, sabroso, complejo, aroma intenso y largo paso de boca. Magnífico.
Para un vino como el sueño hacía falta presentarle algo tan consistente como esta Musaka de ciervo con crema de rebollones. Sin ningún complejo.
La Novia Ideal es un vino de bobal, con un poco de dulzor y carbónico natural. Limpio e intenso en aromas, fresco y alegre, destacan en él las notas de frutas rojas en nariz y gominolas. Para los que no les gusta el vino es ideal, parece un lambrusco.
El postre fue este surtido de texturas de chocolate con una crema de coco. El chocolate es chocolate siempre.
Ahora ya sabéis que se puede ir a comer a Port Saplaya sin problemas, tenéis un restaurante que no os fallará, con una terraza tranquila y acogedora y un interior muy agradable. La cocina estupenda y la atención en sala es muy buena. ¡Ánimo!
Fotografías: © Paco Palanca / Instagram: @ojoalplato.blog / Facebook: @ojoalplato /Twitter: @ojoalplato /Twitter: @pacopalanca