Una noche, en un concierto, me comprometí con algunos de la banda "Sanford Alligator Band" para que vinieran a casa a cenar. Como se iba demorando el cumplir con lo prometido, y para no alargarlo más, al final fijamos la fecha del 11 de abril para reunirnos.
Toda la banda es imposible que se siente a mi mesa, son casi una docena, pero vino una buena representación. El menú se componía de unas entradas, a modo de aperitivo, después un bacalao a la muselina de ajo, un plato de carne, como no carrilleras al vino tinto, y de postre el imprescindible volcán de chocolate. Son platos que ya he servido en otras ocasiones en casa y siempre gustan.
En las entradas puse unas almendras, fritas en casa con aceite de oliva virgen, unos salazones, unos canapés y los caramelos de berberechos, que siguen causando impacto.
Las entradas las acompañamos con la nueva cerveza valenciana"Altura de vuelo", por una parte para maridar mejor con los platos del inicio, ya que alguno de ellos iba condimentado con vinagre y ya sabemos que la cerveza es lo mejor para acompañar esos platos. Pero la razón principal era que conocieran la nueva cerveza, como son buenos consumidores de esta bebida, estaba seguro de que la iban a saber apreciar, y así fue, les gustó bastante. Bebimos el formato de 33 cl y el de 75 cl.
Los caramelos de berberechos, elaborados con la gelatina del alga agar agar, y acompañados de huevas de trucha, causaron la sorpresa que habitualmente suelen producir en quien los prueba por primera vez. La unión de la gelatina con el berberecho dentro y el estallido de las huevas de trucha en la boca son una combinación de texturas y sabores bastante conseguidos. La idea de este plato fue bastante elaborada en su día, pero para ser el primer plato que he conseguido crear, me parece que no ha quedado nada mal.
El plato de bacalao a la muselina suele salir bastante bien, es un plato sencillo, que no requiere grandes conocimientos culinarios ni destrezas en la cocina. Se trata de confitarlo en aceite caliente, que no supere los 90º de temperatura, para evitar que hierva y se fría, se trata de conseguir que se cueza en el aceite. Una vez hecho esto, se cubre con una muselina hecha con claras de huevo montadas, mezcladas con un buen ajoaceite casero, se ponen al horno a gratinar hasta que la muselina coge color y se sirven. Sale muy bueno.
El plato de carne ya se ha explicado en otro apartado de este blog, aquí, son las carrilleras al vino tinto. Como es una receta de dos por cuatro, quiero decir que siempre sale igual, siguiendo las instrucciones de elaboración, pues siempre está buena. Hubo repeticiones, lo cual es un buen indicio del grado de satisfacción. Iba acompañada de un puré de avellanas muy sabroso y energético. Suele ser así, lo bueno engorda o es pecado.
Para postre, ya he nombrado el volcán de chocolate, la receta está aquí, en este caso era el que lleva el núcleo de chocolate, cuya receta es esta otra. Iba acompañado de un helado de vainilla con nuez de macadamia, que le sentó muy bien. Hay que tener en cuenta que el volcán se sirve caliente. Con el postre también hubo repeticiones. Ya lo supuse y horneé más de los necesarios.
El plato de bacalao lo acompañamos de un blanco de la variedad chardonnay de Bodegas Otazu de Navarra, fresco y equilibrado, buen compañero del bacalao. La cata se hizo en esta entrada.
El plato de carne que resulta jugoso pero contundente lo acompañamos de un tinto con mucho cuerpo y sabor, Juan Gil 12 meses, monastrell de Jumilla, exquisito, gustó mucho.
El postre lo acompañamos de un dulce monastrell de las bodegas Silvano García.
Después nos dedicamos a tomar unas copas, bastantes y variadas, desde whisky de malta, pasando por cócteles variados, dry martini, manhattan, negroni, white russian, hasta gin tónic. Los probaron todos los que pude prepararles.
La velada se prolongó hasta más allá de las cinco de la mañana. ¡Que energía tiene esta gente joven! Una velada que no olvidaré, seguro.
Al día siguiente estuve fregando casi cuarenta copas y vasos, no me olvidaré seguro.