Asisto a una nueva sesión divulgativa y formativa organizada por Bodegas Santander-Beal’s, en la calle Alzira número 15 de Valencia. En esta ocasión se presenta la Bodega Vallegarcía, que elabora  bajo la denominación de Vino de la Tierra de Castilla en los Montes de Toledo.

Según nos explicaron la bodega se encuentra en medio de una zona privilegiada denominada La Raña, rodeada de tierras poco habitadas y apenas cultivadas, limita al sur con el parque nacional de Cabañeros, lo que le mantiene alejado de zonas urbanas y agrícolas, favoreciendo que las tierras estén libres de productos contaminantes, como abonos e insecticidas. La bodega, que inició su andadura en el año 2001, está asesorada por Richard Smart, profesor australiano artífice de muchas de las modernas técnicas de viticultura, entre ellas, la conocida ´Canopy Management´, que puede traducirse por conducción del viñedo. El profesor Richard Smart destruye un axioma europeo que sostiene que los vinos de calidad solo pueden conseguirse con un viñedo de bajo rendimiento y en suelos poco fértiles. Cepas viejas, poca producción, secano, etc. La vides de la Bodega Vallegarcia son jóvenes y siguiendo las indicaciones de Richard Samart están consiguiendo vinos de calidad. La bodega se inspira en las dos grandes zonas vinícolas francesas, la Borgoña, para la elaboración de sus vinos monovarietales de viognier y el de syrah, y en Burdeos para el estilo de su vino Hipperia.

En primer lugar catamos el blanco monovarietal de viognier del 2007. Es una variedad delicada pero agradecida. El resultado es un vino muy próximo al estilo francés de elaboración de vinos blancos. Es un vino que se puede guardar perfectamente. Este que catamos está en su segundo año y se encuentra en perfectas condiciones, dando muestras de que aún le queda vida dentro de la botella. El 30% de la producción ha tenido crianza en madera y ha realizado la maloláctica en barrica. Es de un color amarillo dorado claro, con un ribete muy claro. El aroma de flores blancas, frutas tropicales, hinojo y pan tostado. Tiene una boca golosa, fresca y es muy equilibrado, mantiene una buena acidez. Es un vino muy recomendable. Puede leerse una interesante reflexión sobre este vino y la película Cinema Paradiso aquí.

El segundo vino catado fue el Hipperia 2005. Un tinto elaborado con cabernet sauvignon, merlot, cabernet franc y petit verdot. Es de un color rojo cereza, limpio y brillante, con aromas a fruta roja madura, balsámicos, violetas, ahumados y especias. En la boca se muestra potente, con una entrada dulce y un final amargo. Es un vino vigoroso pero muy equilibrado.

En tercer lugar probamos el monovarietal de syrah, de la añada 2004. Es de un color rojo picota poco evolucionado, con un ribete rojo vivo. Se aprecia algún aroma de reducción que tarda en desaparecer. Tras agitarlo afloran aromas de fruta compotada, violeta, balsámicos, tostados y café. En la boca es un vino goloso e intenso. No convenció mucho, debería tener mejor evolución.