Este restaurante, ubicado en una esquina de la calle que le da nombre, galardonado durante varios años consecutivos por la Guía Michelin con el distintivo Bib Gourmand, que es un reconocimiento que se otorga a los establecimientos que sirven una cocina de calidad a precios contenidos, es un referente entre los restaurantes de gama media-alta de la ciudad, por la calidad de sus menús y su atención en sala. Por eso cuando quieres asegurarte el éxito en una comida o celebración, es una opción segura y acertada, además tiene una confortable sala privada con capacidad para hasta doce personas.
Allí que no encontramos un buen grupo para disfrutar de su menú compuesto por tres entradas, un plato principal y un postre para cada comensal. Empezamos con una ensalada de tomate, vegetales a la llama y mojama de atún. Un plato compartido entre tres personas pero abundante y por lo tanto suficiente. Debajo de la mojama había berenjena y pimiento asados y venía cubierta por unos trozos de papadum, pan típico de la cocina india, con semillas de alcaravea, también conocida como comino de prado.
Continuamos con un crujiente de pato con compota de manzana. El pato y la manzana han nacido para compartir su destino. Teníamos unas mini empanadillas de masa frita rellenas de lo que parecía carne de pato confitada, muy ricas. Esta entrada era individual.
La última de las entradas era un clásico de huevo a baja temperatura con cremoso de patata y jamón. Aunque está muy visto no deja por eso de estar rico. Sobre todo fijaos en el aspecto del jamón, pues estaba tan bueno como parece. Si es que el cerdo no para de darnos alegrías.
Empezamos con los segundos o platos principales, para elegir cada uno el que más le apetecía. Había pescado, carne y arroz. El de pescado era un lomo de bacalao con un aspecto impresionante, confitado con salsa de cítricos y zanahoria a la llama. Como se aprecia también hay tomate y semillas de sésamo negro. Al bacalao le va muy bien el toque cítrico, generalmente de naranja, que contrasta muy bien con el dulzor de la zanahoria.
Otra de las opciones de los platos principales era esta carrillera ibéricas con salsa de ají y causitas. Si antes decíamos que el cerdo no para de darnos alegrías aquí tenemos otra muestra. A destacar la salsa que acompaña a la carne, una variante de la causa limeña, dependiendo de la creatividad del cocinero, básicamente es un puré de patata amarilla, con ají y lima. Uno de los platos emblemáticos de la gastronomía de Perú.
Y lo que no puede faltar en ningún menú en la ciudad de Valencia es el plato de arroz. Éste es un meloso de costilla ibérica, champiñón portobello y ajetes tiernos. Con un buen fondo como el que llevaba éste y esos acompañamientos sale exquisito. Ya te lo imaginas.
Los tres postres del día eran tartas. Una de ellas, la que elegí yo, era de calabaza. Es temporada y hay que aprovechar el mejor momento.
Otra era de chocolate con filipinos. Menudo aspecto tenía.
Y la tercera, la omnipresente tarta de queso, pero que sigue teniendo sus adeptos.
En la primera parte de la comida disfrutamos de este blanco elaborado con uva moscatel totalmente seco, mantiene los aromas propios de la variedad pero en boca sorprende por la ausencia de dulzor. Desprende aromas de flores blancas, fruta blanca fresca y notas cítricas. Es elegante, floral y afrutado. En boca se percibe seco, amplio, agradable y de largo recorrido, afrutado, armonizando la acidez y la frescura. Un vino que se disfruta y sorprende.
Con los platos más contundentes disfrutamos de este Syrah de Rodolfo Valiente, elaborado bajo la marca Pago de los Balagueses por Viñedos y Bodegas Vegalfaro, un vino con denominación de origen propia. Crianza de entre 10 y 12 meses, abundan los aromas a fruta roja madura, notas tostadas y balsámicas. En boca tiene buen ataque, con taninos dulces, bastante pulidos, muy bien de acidez, largo y estructurado. Una maravilla de vino, lástima que se acabara.
Los cocineros Guillermo Pérez y Rubén Navarro se embarcaron en un proyecto gastronómico personal basado en la cocina de mercado, de inspiración mediterránea y de producto de temporada, que está teniendo mucho éxito, gracias a su formación en restaurantes de alto nivel y a un dominio de la técnica gastronómica que les permite ofrecer unos menús que convencen a los amantes de la buena cocina, por su calidad, su respeto por los sabores originales de los productos y a unos precios muy comedidos.