Si no abundan los sitios donde se da culto al vino y en los que se ofrecen las posibilidades adecuadas para probar buenas elaboraciones por copas, con la cerveza, que se supone que es una bebida más popular, ocurre algo muy similar, aunque con honrosas excepciones, nos encontramos con que la mayoría de establecimientos no disponen mas que de algunas de las marcas industriales más potentes, con implantación nacional, o incluso puede ser que solo dispongan de una marca, o de una gama de la misma marca. Exclusividad que les redunda una gratificación importante, generalmente en la renovación del mobiliario del local periódicamente. Fijaos en ese detalle.
Es raro encontrar cervecerías, algunas hay, bastantes más que vinotecas, que ofrezcan una carta de cervezas de tamaño medio donde el aficionado a esta bebida pueda sorprenderse y descubrir nuevas elaboraciones, donde periódicamente los responsables del local se preocupen por ofrecer variedad y novedades interesantes.
Pues eso lo encontré el otro día en Almansa. Una cervecería donde la renovación de etiquetas es tan frecuente y variada que no les da para hacer una carta, y por eso las tienen expuestas en varias vitrinas-neveras para que el cliente elija. No estaría mal, en la era de la informatización, una carta virtual que es sencilla de modificar, en la que se ofrezca algo de información sobre las características de las distintas cervezas disponibles. Es una sugerencia.
Sabía del lugar gracias a Internet, leí que existía este sitio en Almansa y aprovechando una escapada de fin de semana me acerqué a conocerla. Me encantó. Tanto por la existencia de clásicas cervezas, de las que nos gusta disfrutar de vez en cuando, como de la cantidad de otras marcas que no conocía de nada y que me apetecía probar.
Empecé por lo clásico, una Chimay azul. Cerveza trapense elaborada en Bélgica por los monjes de la Abadía de Scourmont. Es una cerveza Ale, es decir de fermentación alta, significa que las levaduras flotan en el líquido haciendo que éste fermente por arriba durante varios días. En las lager las levaduras realizan la fermentación en el fondo del depósito.
Tiene nueve grados de alcohol, lo que la cataloga como una cerveza fuerte, hace una segunda fermentación en botella, por eso lleva algo de posos que se recomiendan servir tras agitar suavemente la botella cuando está en el último tercio de du capacidad. El líquido es de un color dorado oscuro, casi marrón, la espuma es densa y persistente. El aroma recuerda al lúpulo y la bollería. Su sabor es caramelizado y ligeramente amargo, bastante persistente.
Para la segunda opción me deje aconsejar y me ofrecieron esta cerveza asturiana, elaborada en Gijón, según indica su etiqueta. De toda la gama que fabrican esta es la que denominan Barley Wine (vino de cebada). Sus ingredientes son: Agua, malta de cebada, trigo malteado, copos de avena, lúpulo y levadura. Como se aprecia su color es oscuro, con una buena espuma de tono hueso y persistente.
Tiene 10º de alcohol, por eso la equiparan a un vino. A pesar de la graduación no se nota agresiva en la boca, pero sí es una cerveza de trago corto. Tiene carácter pero está muy equilibrada. En nariz se aprecian notas de toffee y chocolate. Me gustó mucho.
Ninguna de las dos se debe tomar muy fría, se perderían muchos de los matices aromáticos y gustativos. Lo ideal son los 10 o 12 grados de temperatura.
Aquí tenéis una buen sitio para disfrutar de cervezas variadas con rotación constante.