Como dije en la reseña anterior hoy publico la segunda comida que he realizado en este restaurante en un intervalo de una semana, ya que la primera experiencia fue tan grata que "convoié" a unos amigos para que me acompañasen, procuramos no repetir platos pero era imposible no tomar alguno de ellos, ya que me pareció que sería una pena que se los perdieran. Por ejemplo el atadito de ternasco o el pimiento del piquillo relleno de txangurro y salsa de bogavante. Las impresiones sobre el local y el personal (excepcional) ya están expuestas en el anterior comentario que puedes consultar aquí, hoy hablaremos de comida y vinos exclusivamente.

Fuera de carta nos ofrecieron esta sepia sucia sin tinta encebollada y con alcachofas. Tierna como una nube y gustosa. Las alcachofas a la brasa espléndidas. Los platos que se ofrecen y que no están en la carta tienen un interés especial para mi, ya que pienso que es producto de reciente adquisición que le ha resultado atractivo al cocinero y le ha inspirado esa elaboración. Vale la pena aprovechar esas ocasiones.

Este pimiento del piquillo relleno de txangurro (centollo) con una salsa de bogavante sí lo tomé el día anterior pero era preceptivo que lo probasen mis compañeros. Les gustó mucho.

La alternativa que elegí yo fue otro pimiento del piquillo de Lodosa (Navarra) pero éste relleno de un guiso de perdiz escabechada. Exquisito también.

Otro de los platos que les insistí para que probaran fueron estos ataditos de pasta Filo rellenos de un guiso de ternasco de Aragón deshuesado, acompañados con salsa española. Es una delicia la carne del interior, tierna y sabrosa. Cuando vayas no te olvides de pedirlo.

Una de las novedades de esta comida fueron estos crujientes rellenos de manitas de cerdo deshuesadas con un toque de morcilla de Burgos y salsa de ajo negro. Estaban buenos pero el sabor de la morcilla no era fácil de encontrar, le faltaba un toque más intenso. Lo eché en falta.

Después vino un Corazón de alcachofa de Tudela, relleno de crema de trufa blanca (Tuber Magnatum) de la zona del Piamonte en Italia, gratinados con crema holandesa y queso parmesano. Con una teja de jamón ibérico. Los 10 gr. de trufa valen 87,35€ (8.735€/kg.). Imagínate el lujo que hay en este plato.

Se ofrecen unos cuantos arroces muy atractivos, como el de Foie fresco y setas, el de Bogavante y gambas o el de Ternasco de Aragón con setas. Éste último fue el que elegimos. Estaba espectacular, creo que fue el plato que más nos gustó de la comida, aunque los demás también estaban a muy buen nivel.

Para finalizar con los platos salados pedimos el cuarto de cochinillo cocinado al horno, con la piel tostada, crujiente y su carne muy tierna, debido a la alimentación materna que ha tenido eso hace que su sabor sea más suave. Como se puede apreciar en la foto los huesos se separaban solos de la carne. 

Llegados a los postres pedimos este helado de mango con dulce de leche y virutas de chocolate. Estaba muy bueno.

Otra de las elecciones fue esta torrija de pan brioche elaborado por Nerea (sic) con helado de leche merengada. Goloson.

También pedimos esta tarta de queso de Torta del Casar con frutos rojos. Estaba exquisita, con buena presencia del queso de Extremadura, tanto en el aroma como en el sabor.

Uno de los vinos que tomamos para el principio fue este Carmelo Rodero 2022 de la Denominación de Origen Ribera del Duero, con nueve meses de crianza en barrica. Carmelo Rodero hasta 1990 vendía sus uvas a Vega Sicilia, entre otras bodegas de la zona, ahora elabora sus propios vinos con una materia prima de alta calidad. Se aprecian ribetes violáceos propios de su juventud que envuelven los tonos rojo picota. En nariz predomina la intensidad y la expresividad de los aromas primarios del Tempranillo (fruta roja). En boca es un vino estructurado, equilibrado y placentero. Para tomar en cualquier ocasión.

El segundo vino fue una sorpresa, gracias a la sugerencia de la sumiller Cristina Domingo. Tomamos este Salomón 2021 de la Bodega Rippa Dorii (orillas del Duero en latín) perteneciente al Grupo Ontañón. Es un monovarietal de tempranillo de una única viña vieja de menos de 4 hectáreas plantada en marco real hace más de 40 años en Fuentecén (Burgos). Una parcela con suaves pendientes naturales en alturas que sobrepasan los 820 metros sobre el nivel del mar. A permanecido 11 meses en barrica de roble ibérico (Quercus pyrenaica). Es un vino color cereza picota con ribete rojo lo que denota su juventud, aromas de fruta negra, sutil madera y especias. En boca se manifiesta noble y elegante, con taninos maduros y un final muy largo. Un vino disfrutón que complace mucho.

El vino fue decantado con el aireador Vinturi. Está basado en la teoría científica del Efecto Venturi, éste se produce cuando un líquido se acelera mientras que fluye de una zona amplia a una estrecha. En el aireador de vino Vinturi, el vino incrementa su velocidad de caída en la sección estrecha, y por unos agujeros que tiene en esa sección se mezcla con el aire lo que fuerza la oxigenación.

Como siempre una experiencia inolvidable, sobre todo por la buena atención recibida y el buen nivel de la cocina. Hay que volver.