Los hermanos Salva y Pablo Martínez, apodados por ellos mismos como "El Gordo y el Flaco", se han embarcado en una nueva aventura gastronómica, ya van más de veinte aperturas en la provincia de Valencia desde el Gordo y el Flaco de Bétera, han abierto otros locales bajo la marca Lamburguesa, Paffuto, Taberna Gordinflón, La Mar de Flaca, Delgadito Gastrobar. En esta ocasión han querido emprender con un local de más nivel gastronómico, si cabe, y una decoración más elegante. Un equipo profesional muy preparado que te hace la estancia agradable y cómoda. La carta, que es lo que importa, aunque ha variado respecto de los otros locales, se mantiene fiel al buen producto y a la culinaria valenciana actualizada, con versiones más contemporáneas y más cuidadas. Distinto al que conocimos ya hace mucho tiempo, el que fue el germen de esta imparable expansión, en el que la materia prima era la estrella de los platos sin necesidad de mucha intervención, fuego justo y mínima manipulación.
De aperitivo nos ofrecieron un gazpacho de sandía, fresquito y equilibrado en sabores.
Hay una parte de la carta que recoge una serie de "Entrantes individuales", lo que permite que la elección, sin necesidad de compartir, sea más autónoma. Y tenía claro que quería probar el bocadillo de steak tartar. Una buena carne cortada a cuchillo, ligeramente especiada, le faltaba un poco más de intensidad, dentro de un bollo muy tierno. Si lo quieres probar pide que te lo hagan un poco más "canalla", que no escatimen Tabasco, salsa Perrins, cebolla,...etc.
Sepia con mayonesa, ralladura de lima y almendra tostada. Una tapa clásica pero a la que le han dado unos toques que le favorecen, como es la ralladura de lima y las almendras tostadas laminadas.
Nos apeteció una ensalada de tomate de temporada de selección especial con bonito en semi salazón y encurtidos artesanales, completada con una burrata. Estaba buena, aunque el tomate un poco frío, lo que le afectaba al sabor. Muy buenos los encurtidos y el bonito. Resultó más abundante de lo que parecía al principio. Y nos ayudó mucho para abordar el plato principal que habíamos pedido.
¡Sí señores, en pleno agosto nos pedimos un arroz al horno! Iba muy completo, aunque tengo que decir que eche en falta la cabeza de ajos, que es imprescindible para mi. De sabor estaba buena, se notaba que habían utilizado un buen fondo, el punto del arroz el correcto, como tiene que ser, ni duro ni pasado, y los ingredientes que lo acompañaban todo ricos. No quedó nada en la cazuela.
De postres pedimos este "Cremoso de chocolate al romero con aceite y sal". Un buen chocolate bien acompañado.
El otro postre fue esta tarta de queso horneada que ya no puede faltar en ninguna carta de restaurante. Ya que todavía seguimos pidiéndola.
Esta comida se merecía un buen compañero de viaje y para esa tarea elegimos este magnífico Tomás Postigo de 3er año. Un Ribera del Duero elaborado con las variedades 88% Tinta Fina; 7% Cabernet Sauvignon; 4% Merlot; 1% Malbec, con una crianza de 12 meses en barricas de roble francés. Es un vino excepcional que funde y armoniza perfectamente la madera con la fruta, en boca es carnoso y equilibrado. Un regalo para el paladar.
No busques ninguna excusa para no ir, abren todos los días, en turnos de comida y cena, y vas a disfrutar.