No puedo recordar las veces que he venido a Eladio, aunque siempre me parecen pocas; antes de que existiera este blog ya lo había frecuentado y no todas las veces que he estado después han quedado reflejadas aquí. En esta ocasión tengo que decir que lo que más me agradó de la visita fue volver a encontrar al propio Eladio en el restaurante, aunque ya no ejerce, pero sí que pasa por el comedor para saludar a los clientes, fue muy grato coincidir con él allí. Desde hace tiempo lleva las riendas del negocio su hijo Michel Rodríguez, con mucho estilo y profesionalidad. El establecimiento lleva abierto desde el año 1980, así que han tenido tiempo de vivir muchas etapas, circunstancias y situaciones, lo que aporta mucha maestría y pericia. Y eso se nota cuando vas, todo fluye con naturalidad, elegancia y con mucha calidad en los platos.
El ágape comenzó con estos tiernos corazones de alcachofas templados con una vinagreta exquisita, a base de un picadillo fino de tomate y cebolla con mostaza y vinagre. Riquísimas.
Estas cocochas de merluza en salsa verde nos hicieron tocar el cielo. Melosas a más no poder y con ese jugo que las acompañaba que nos hizo comer mucho pan, estaba espectacular el "moje".
Como queríamos probar cuanto más mejor, compartimos algunos platos, como este rodaballo a la gallega. El bicho debía ser enorme para sacar estas porciones. Muy sabroso y con ese toque del aceite de pimentón y los cachelos tan propio de la cocina de allá. Espectacular.
Lo que ya nos acabó de conquistar y saciar también fue el lacón con col, chorizo, garbanzos y patatas. No pudimos acabarlo, y eso que somos dos personas de buen saque. Pero fue un festín. Empezando por esos garbanzos de mantequilla que no hacía falta casi masticarlos, la col gustosa y tierna, el chorizo potente y sabrosón, y luego el lacón exquisito. Fue una pena no poder dar cuenta de todo.
Acompañamos esta magnifica comida con el también estupendo cava de las Bodegas Hispano-Suizas,Tantum Ergo Brut Nature elaborado con las variedades Chardonnay y Pinot Noir. Hace una primera fermentación en barricas de roble americano y la segunda en botella en la que permanece durante 22 meses. Es cremoso, con una buena acidez y un carbónico muy integrado. Desprende aromas cítricos y en boca es largo y potente. Un cava complejo, elegante y muy agradable.
Después de la fortaleza del lacón necesitábamos algo suave de postre y Michel nos sugirió este puding de calabaza y helado de leche merengada. Nos vino bien.
Lo único que puedo añadir es que cuando sales te dan ganas de volver lo antes posible.