Un restaurante para elegir cómo disfrutar de la comida
El Hispano sorprende. De entrada me dió la impresión de ser un restaurante clásico de toda la vida, la imagen inicial así me lo indicaba, no en vano tiene más de noventa años de existencia, aunque en otra ubicación, pero cuando te situas y lo asimilas, te das cuenta de que, dentro de ese clasicismo evolucionado y ya modernizado, hay opciones para todos los gustos. La terraza de la calle permite disfrutar de un aperitivo informal y rápido, o lento y solariego, si el día acompaña. O bien regocijarse en la barra con unas cuantas tapas o raciones hasta que el cuerpo aguante.
La barra del Hispano merece una mención especial, por su amplitud, elegancia, comodidad y variedad. Seguramente es una de las mejores de Murcia y eso que en esa ciudad la tradición de la barra es muy importante, por el gran arraigo que tiene y por la calidad de sus productos.
La confortabilidad del local es manifiesta. En la decoración de la sala es donde más se aprecia ese aire de clasicismo y elegancia que envuelve al restaurante, lo que a su vez permite disfrutar de mesas bien puestas y bien vestidas.
La carta rinde culto al producto de la huerta de Murcia y a su mar, con un gran respeto por la materia prima. En sus elaboraciones se conjugan perfectamente la tradición y las nuevas tendencias culinarias. Hay una carta distinta para la barra, con muchas coincidencias con la del restaurante, pero con algún plato que no está es la de éste. Conviene pedir las dos.
La carta de vinos es amplia y cuenta con la presencia de vinos locales, bastantes denominaciones españolas y algunos representantes de vinos franceses. El servicio del vino es correcto. El albariño Mar de Frades vino con la temperatura casi perfecta, se puso a tono en un momento en la cubitera.
El pan, aunque viene a la mesa recién horneado, para mi gusto, se puede mejorar bastante, ya que estos pequeños panecillos nunca alcanzan la calidad de un pan grande servido a rebanadas.
Ensalada murciana. Tomate, cebolla, atún, huevo duro, aceitunas y alcaparras. El secreto de este plato es la alta calidad de sus ingredientes. Muy apetitoso.
La croqueta de gamba al ajillo estaba realmente buena. Sin rastro de aceite, crujiente por fuera, cremosa por dentro y sabrosa.
La vieira flambeada no figuraba en la carta del restaurante, como venía avisado la pedí y pudimos comprobar que sí estaba, pero en la carta de la barra. Una buena recomendación, vale la pena probarla.
Llegó el turno de los platos principales, este bacalao confitado en un punto perfecto estaba exquisito, con su salsa de pimentón murciano y la parmentier de patata.
El rape al horno con salsa de tomate resultó estar extraordinario, de lo mejor de la comida, acompañado de unas alcaparras fritas, estaba excelente.
El carro de los postres, elaborados diariamente en su obrador, resulta espectacular.
La elección del postre recayó en esta tarta de crema pastelera con piñones, sabrosa y bastante contundente.
Una comida que se mantuvo en todo momento en unos niveles altos, con una materia prima excelente y una cocina con un estilo tradicional actualizado. El servicio de sala notable. Sin duda una buena recomendación para los que visiten o vivan en Murcia.