
En una pequeña calle peatonal muy tranquila se encuentra este restaurante del que, si no te lo estuviera contando yo ahora, tal vez no habrías reparado en él. Tiene tres mesas en el interior y otras dos en la terraza. Está atendido por una única persona, Josh Straw, que ejerce de cocinero, panadero, camarero y sumiller, y aunque parezca mentira, lo hace sin agobios y sin apenas demoras en el servicio. Una buena organización y planificación previas son el secreto de su funcionamiento. Muchos buenos restaurantes de Valencia, con más equipo (eso es fácil) no funcionan tan bien. Ofrece dos únicos menús, no hay carta, todo es sorpresa, su contenido depende de la compra realizada en el Mercado Central esa mañana. Tampoco hay carta de vinos, le comentas tus preferencias y él te ofrece varias alternativas.

El pan también lo elabora él, es un todoterreno. Éste era de sobrasada. Estaba rico, parece de bizcocho, repetimos.

Elegimos el menú de cuatro entradas, principal y postre, la otra alternativa es uno más corto con dos entradas. Empezamos con un tartar de gambas con naranja y olivas, pepino, cebolla morada y gelatina de vermut. Un plato sencillo, con ingredientes honestos y frescos, que dan muy buen resultado.

En general la simplicidad es una virtud. Unas tiras de sepia marcadas en la plancha con un puré de guisantes, acompañados de unos detalles, es suficiente para lograr un atractivo y apetitoso plato. Sepia con puré de guisantes, almendra tostada y chips de jamón. Me ha recordado a Bagá. Salvando las distancias.
Vieira con morcilla de Burgos, compota de manzana y tocino ibérico. Parece que no vaya a funcionar, pero combinan bien, la morcilla y la vieira, aquí la compota hace de equilibrador de sabores, el ibérico remata.

Al presentar este plato Josh nos dijo que estaba inspirado en la cocina británica. Guiso de carrillada con crema de patata a la mantequilla y yorkshire pudding. A mi el guiso me pareció muy mediterráneo. La oblea es muy etérea, pero ideal para ser rellenada con la carrillada. Gustoso.

Este fue sin duda el plato estrella de la comida. Dorada con aceite de ajos tiernos, pimentón y vinagre de manzana. La carne del pescado en un punto perfecto, de sabor y textura. Las espinas rebozadas y fritas para disfrutar del crujiente y el vinagre dándole un punto canalla que la anima mucho. Un alarde de sencillez y técnica.

Estábamos en Fallas y el dulce más adecuado eran estos buñuelos de calabaza asada, crema inglesa de limón y canela, con reducción de "mulled wine" (vino especiado caliente). Un postre exquisito, con unos elementos muy bien elaborados y un equilibrio perfecto entre ellos.

Ya te he dicho que no hay carta de vinos tampoco, esto funciona así. Yo le pregunto que clase de vino le va más al menú, ya que no conozco qué vamos a comer. Él me dice que lo mejor es un blanco, nos pregunta si lo queremos afrutado o seco, nos decantamos por el seco y nos trae dos opciones, nos quedamos con éste. Cañada París de la Bodega Baldovar 923, elaborado con la variedad Merseguera, en la zona más alta de la provincia de Valencia. Casualmente lo habíamos tomado hacía pocos días en la comida que hicimos en El Cierzo. Te remito allí para las notas de la cata. Es un vino que me está gustando mucho.
Hablar de los mejores restaurantes de Valencia se vuelve algo muy subjetivo, cuando disfrutas estás en el mejor momento y en el mejor sitio.
PD. ¿Te has fijado en la vajilla?