Como decíamos ayer, exactamente, a los que tenemos ese espíritu investigador o simplemente curiosidad por el mundo de la gastronomía, nos gusta ir conociendo nuevos espacios que se van abriendo de nueva planta o que se actualizan por cambios importantes en su estructura, en su equipo o en su concepción. Pero también hay determinados lugares que, aún siendo bien conocidos, el cuerpo nos pide volver una y otra vez, para saludar, conversar, ponernos al día de las novedades y de las transformaciones que han sufrido. Refrescar la memoria de los sabores clásicos de la carta, y conocer y asimilar las novedades que la creatividad del cocinero ha sacado de su sapiencia y saber hacer para disfrute de sus clientes-amigos.
Esos sitios a los que tenemos que volver periódicamente son más numerosos cada día, afortunadamente, ya que cada vez hay más buenos locales que guardar en la agenda para repetir, pero va en detrimento del tiempo y los medios para atender a tantos deseos personales. No obstante siempre hay un momento para una visita tan gratificante como sentarse en una mesa de confianza y dejarse llevar.
El restaurante al que he acudido en más ocasiones y que más veces he publicado en el blog es sin duda, y con mucha diferencia, El Baret de Miquel en Dénia, cuántas veces he ido no lo puedo saber, pero esta es la undécima reseña que escribo en este blog sobre este establecimiento.
En esta ocasión veníamos a recuperar memoria gustativa y nos decantamos por los platos que ya conocíamos de otras ocasiones. Algo que no falta nunca y que a pesar de lo sencilla que resulta su elaboración se convierte en un bocado sorprendente, son las patatas fritas con salsa de berberechos. Adictivas.
El clásico más clásico, más que el aperitivo de la salsa de berberechos, es el Figatell de sepia con picada del mercado. La receta es sencilla, incluso está en la red, pero nadie lo hace como él. ¿Cuál será el secreto?
Este plato, Bonito a la llama con all i oli de manzana, pulpo seco y palomitas de mijo al chocolate blanco, figuraba en un curso de cocina que impartió Miquel Ruiz en el CdT de Benidorm en el año 2009. Es por tanto una de las recetas que perviven en su repertorio de las escogidas.
El Sashimi de denton con pelota de puchero y salsa de soja, es uno de los platos menos conocidos por mí, aunque sí lo he probado anteriormente, en diciembre del año 2017, pero era con mero, había que repetir, pero es que estas combinaciones de carne y pescado me encantan, sobre todo las que salen de las manos de este cocinero.
El Tartar de gamba "amb fesols i naps" es el plato que pido siempre que lo veo en carta. Sigue la idea del plato anterior, combinar mar y montaña, el resultado es exquisito. Lleva una galleta de gamba, nabo daikon y unos trozos de dulce de arrop i tallaetes.
El plato de costilla de cerdo con níscalos, o Coca pizza con costillar de cerdo, setas y velo de tocino ibérico, que es como ahora se denomina, es uno de los que me como más a gusto, la combinación de los ingredientes es magistral, la carne está jugosa y tierna y todos los acompañamientos le van muy bien.
Todo el que haya ido a El Baret de Miquel conoce este postre, la Tarta de manzana, dos obleas que contienen distintas elaboraciones de manzana y un helado de vainilla, frescura y sabor garantizados.
Este postre de quesos en diferentes formas y texturas es ideal para los amantes de este lácteo. Varias elaboraciones presentadas con imaginación y criterio. Otra manera de comerlo.
Como siempre en la carta de vinos encontramos novedades, aunque se trata de un viejo conocido, pero se agradece que las cartas vayan innovando. Aquí no es como en otros restaurantes que la lista de los vinos parece que está esculpida en piedra. Es invariable por los siglos de los siglos. En el Baret hay cambios continuos. En este caso empezamos con este magnífico verdejo de la DO Rueda, es un vino fragante, con notas florales y de fruta blanca, es equilibrado en boca, amplio y largo. Me encanta.
Si el anterior era muy conocido, con el siguiente no cambiamos de tendencia, un vino que está catado en el blog. Es un vino de la variedad godello criado sobre lías, de la añada 2020. Un vino bien estructurado y con alegría. Se hace muy amable de beber. Sorprende por su complejidad y ligereza al mismo tiempo. Equilibrado y bien estructurado. Con aromas de flores blancas y manzana. Muy interesante.
Esta fue la última vez que visitamos El Baret de Miquel, habrá más, seguro.