La presencia de la piscina es el elemento decorativo distintivo del restaurante, su ubicación en el centro del espacio reservado a las mesas, distribuidas en torno a ella, transmite una sensación de ambiente fresco y muy veraniego. Durante los años noventa y no sé hasta cuando, esto fue una discoteca, ahora reconvertido en local de restauración, con horario ininterrumpido desde las 13 horas hasta la una de la madrugada, excepto lunes, que cierra.
Sobre una amplia representación de platos de cocina mediterránea en la carta, coexisten bastantes de otras influencias gastronómicas, como el ceviche, tataki, sashimi, curry thai, etc. Tan de moda y tan necesario en los restaurantes que quieran atraer a los jóvenes que se están iniciando en el buen comer. Son modas, de las que la gastronomía no se libra, hace años había que imitar a la cocina francesa para ser bien visto y considerado por la burguesía que se podía permitir ir a comer a algunos restaurantes. Con un foie gras, vichyssois, escargots, quiche Lorraine, fondue, bullabesa, etc. Prescindiendo de este detalle, los platos que se ofertaban de inspiración mediterránea me parecieron muy interesantes y, los que probé, en general bien ejecutados.
Empezamos por algo muy de la tierra, muy típico de La Marina, una "Coca de dacsa clásica", la que lleva tomate, atún, huevo duro rallado y anchoas. Estaba muy buena. La masa fina y sabrosa. Bien.
Continuamos con una variante, una innovación, con la "Coca de dacsa vegana", los ingredientes utilizados son una verdura de hoja verde, tal vez berro, aunque en la carta ponía rúcula, tomate seco, aguacate y cebollita macerada en aceto balsámico. Original y atractiva.
Una tercera versión, queríamos probarlas todas, es la "Coca de dacsa italiana", que lleva rúcula, aquí sí, se agradece el cambio anterior para ofrecer diversidad en los platos, parmesano, tomate seco y cebollita macerada en aceto balsámico. Aún estando bien, no gozó de tanto éxito como las anteriores.
Seguimos con algo muy característico de la cocina mediterránea, croquetas de gambón al ajillo. Interesante la propuesta, pero necesita algo más de intensidad en el sabor para convencer del todo.
Cigalitas a la sartén con ajos, cayena y perejil fresco. En la carta ponía que llevaban ajos tiernos, se habrían acabado. Estaban ricas y bastante sabrosas.
Tatín de manzana con helado de caramelo salado de Ibiza. Aquí sucumbimos a la influencia francesa. Muy buen postre.
Para beber pedimos este Caserío de Dueñas Verdejo Superior Sobre Lías. Se trata de un vino blanco producido a partir de uvas Verdejo cultivadas en viñedos de la propia bodega. La cosecha se realiza durante la noche y se hace una rigurosa selección de los racimos, que luego se prensan suavemente. La fermentación se lleva a cabo a baja temperatura. Posteriormente, el vino reposa en depósitos de acero inoxidable junto con sus lías finas durante 5 meses antes de ser embotellado, para conseguir un vino sedoso en boca pero sin perder su viveza. Se aprecian olores y sabores cítricos, que aporta gran frescura a este vino. Lo disfrutamos mucho.