Todavía quedan sitios en Valencia donde se puede comer con cierta sencillez, pero con calidad y buen precio. Este es el caso del restaurante Asador Casa Nuria, en la calle Tarazona número 8, teléfono 963823960. Es un edificio antiguo cerca de la Gran Vía de Fernando el Católico, al lado del Colegio de Jesús y María.
Actualización. Se han trasladado a la calle Literato Gabriel Miró, 5, que está a escasos cien metros de donde estaban antes, ya que la calle Tarazona ha desparecido por una remodelación urbanística. El teléfono sigue siendo el mismo.
Su especialidad son las carnes a la brasa, aunque también se puede pedir algún pescado.
El local es antiguo, con una vigas a la vista recubiertas de hormigón, los colores de las paredes son bastante vivos y están decoradas con cuadros de distintos estilos, ya dicen que para gustos los colores, pues en este caso es literal.
Las mesas están bastante próximas entre sí, ya que el local es pequeño, pero no da sensación de agobio, la decoración se basa en elementos de los años cincuenta, como un típico espejo de "aparador" de los de nuestras abuelas. Las mesas están cubiertas con manteles de papel y la vajilla, cubertería y copas son mejorables, en concreto las copas son de vidrio no de cristal.
La carta de vinos no es amplia, pero recoge bastantes denominaciones de origen, Rioja, Ribera del Duero, Jumilla, Priorato (Scala Dei), Navarra, Valencia y Utiel-Requena. Nosotros tomamos un Casa de la Ermita, crianza. Vino que se comporta siempre con honestidad y que no defrauda.
También probamos este vino australiano de la variedad shiraz, que a mí personalmente me dejó algo indiferente.
La carta de platos es escueta, con una entradas clásicas, ensaladas, carnes a la brasa y pescados.
Nos pedimos una chorizo de ciervo y una croquetas. Nos indicaron que había croquetas de pollo y de cocido, las pedimos de cocido y nos sirvieron tres de pollo y tres de cocido (?). Éstas llevaban hasta los garbanzos del cocido enteros en su interior. La bechamel de las de pollo estaba falta de un poco de cocción, pues se pegaba al paladar, pero el sabor era bueno en las dos clases.
Pedimos dos carnes diferentes, un chuletón y carne de avestruz, pero de ésta última no les quedaba y la cambiamos por ciervo.
Esta era la carne de ciervo. El punto estaba perfecto, se nota que es la especialidad. Buenas raciones acompañadas de una patatas fritas, que te dejan satisfecho.
De postres, todos ellos caseros, nos pedimos una tarta de manzana que nos sorprendió pues esperábamos la clásica de hojaldre y era diferente, estaba buena.
Cenamos bien dos personas por algo más de cincuenta euros, lo cual es una buena relación calidad precio, desde mi punto de vista.