Un bar de vinos o wine bar, como gusta a muchos llamarlo, es un concepto tradicional (taberna, cantina, mesón, tasca) pero puesto al día de las tendencias gastronómicas actuales. Antes ibas a un bar y pedías un vino y lo único que te preguntaban, a veces, era si lo querías blanco o tinto. Pero el interés despertado por la cultura del vino nos ha hecho a todos enófilos y esta circunstancia hace que ya no te valga una copa de un vino anónimo, ahora quieres conocer el país de procedencia, la zona geográfica, la bodega, las variedades utilizadas, las técnicas empleadas (crianza, barricas, battonage, fermentación por variedades y parcelas, sobre lías, etc…) y muchas cosas más. Lo bebes prestando mucha atención a sus matices y disfrutando cada sorbo. Además tienes la opción de probar distintos vinos ya que lo habitual es que tengan una buena variedad de botellas disponibles para servir por copas. ¡Vamos a felicitarnos por esta popularización de los bares de vinos!

Éste del que hablamos hoy no puede disimular su vocación, "Le Bar de Vins" no tiene equívoco posible. Dispone de una sala a la entrada con mesas bajas y altas, una barra, terraza en el exterior, otro comedor en el interior al fondo del local y un reservado con una mesa ovalada con capacidad para unas ocho personas sentadas holgadamente. 

A diferencia de algunos otros bares de vinos en los cuales no existe cocina y lo más que ofrecen son tapas frías, chacinas y quesos, aquí tenemos una cocina liderada por Jordi Riera (El Bressol, Rte, Rioja, Al Tun Tun, Vermudez,...) La carta, que a priori está conformada por tapas sencillas, te sorprenderá con algunos platos más elaborados y, sobre todo, presta mucha atención a las propuestas que tienen fuera de carta en el día. Como este aparentemente sencillo aperitivo que nos ofrecieron como bienvenida, es una crema de queso gorgonzola tibio y cecina de vaca. Exquisito.

La primera de las entradas que elegimos, de las que tenían fuer de carta, era este rabo de cerdo elaborado como unos torreznos. Gustó.

Nos sorprendieron gratamente estos buñuelos de calamar encebollado sobre una base de "all i oli". Muy sabrosos. Tampoco están en la carta de momento, pero sería un gran acierto incluirlos.

La estrella de la noche fue este tronco de bonito en escabeche acompañado de unas verduras guisadas, todo ello sobre una cama de tomate fileteado (al centro abajo). Un plato espectacular y todo en su punto, el bonito perfecto, ni seco ni crudo, las verduras con un crunch exacto y sabrosas, con tiras de piel de naranja incluida. Para aplaudir. El punto del escabeche muy sutil, perfecto para maridar con el primer vino que tomamos.

Quisimos comprar un botella del aceite Sant Pere Nº 1, ya sabes lo que eso significa, estaba exquisito. Es de una variedad poco conocida, la Grossal, autóctona de la zona de Fontanars dels Alforins, elaborado por la Cooperativa Sant Pere de Moixent.

Bocaditos de steak tartar en patata confitada. Que pocas veces encuentro un steak tartar que me guste, pero yo sigo insistiendo. Esta maravilla debe tener un punto excitante, eléctrico, algo canalla, donde se aprecien armónicamente los matices de la mostaza, el tabasco, la salsa Perrins, la cebolla, las alcaparras, etc... Aquí dominaba la patata de la base. Sé que estos platos se hacen ligeros y suaves para que los admitan los clientes que no soportan el picante o los sabores fuertes, es lo que ocurre con las patatas (no)bravas en casi todas partes, pero se desvirtúa su esencia y deja de ser lo que debió ser. 

En la película "El Chef" el protagonista, después de abandonar la cocina de un restaurante importante, se hace famoso preparando un bocadillo típico cubano en un camión de comida (food truck), el cual lleva, dentro de un pan tostado ligeramente, cerdo asado, jamón dulce (York), pepinillos, mostaza y queso. Éste figuraba también fuera de carta, no lo disfruté, había un exceso de mostaza, se ve como rezuma del bocadillo, y me encanta la mostaza, yo sí admito los sabores fuertes, te lo aseguro. Le daré otra oportunidad.

Llega el momento de hablar del objetivo de "Le Bar de Vins", su bodega. No encontrarás un gran número de referencias, no es un supermercado, pero sí vas a poder elegir entre una buena selección de vinos de calidad. Paco Senís se encarga de mantener un escogido grupo de bodegas con unos buenos productos y una magnífica relación calidad precio. Para el principio de la cena nos aconsejó este Majuelo del Chiviritero de la Bodega Cantalapiedra Viticultores en La Seca (Valladolid), adscrita a "Vino de la Tierra de Castilla y León". Seguramente también te sonará su hermano pequeño Cantayano. El Majuelo es un vino blanco de finca, con barrica, ecológico, elaborado con la variedad Verdejo de la mano de Isaac Cantalapiedra. En nariz es complejo y muy rico, con notas herbáceas, aromas frutales y especias. En boca es elegante, amplio y fresco, con sabores a fruta madura. Final persistente y profundo que invita a seguir bebiendo. Una maravilla, es otro nivel de la uva verdejo.

Después del buen sabor de boca que nos había dejado el Verdejo de Cantalapiedra quisimos probar un tinto, Paco Senís nos ofreció este "El Serbal 2022", primera añada de la Bodega de Adrián Alonso Camarero, afincado en la DO Arlanza (Burgos). Está elaborado a partir de uvas de viñedos muy viejos, entre 80 y 100 años, ese es uno de los puntales de la filosofía del bodeguero, las variedades que utiliza son muy diversas, tinta fina, garnacha, listán, albillo, viura, palomino, monastrell…, es una características de los campos plantados hace más de un siglo, se plantaba variado, para tener de todo un poco y se vendimiaba todo junto. El resultado es un vino con un bonito color, de buena capa, con aromas frutales, con predominio de los frutos negros y mineral. En boca es fresco, goloso y envolvente. Con buena persistencia. Hay que seguir este proyecto.

Ya tienes un sitio más para ir a tomar unos vinos con garantía de calidad.